La propuesta conquistó y gustó a muchos por el potencial económico que representaría para el país, especialmente porque se contaría con el aporte de Venezuela, que garantizaba grandes cantidades de petróleo para refinar.

Aquello ha variado radicalmente desde la desaparición de Chávez y la ausencia de Correa del poder.

Actualmente, la otrora rica nación caribeña se encuentra inmersa en grave crisis social y económica, probablemente sin precedentes en su historia, a tal punto que la gente clama por comida, medicina, servicios básicos y seguridad en todos sus aspectos. Decenas de miles de ellos han optado por migrar a otros países.

En tales circunstancias, sin el aporte venezolano, la debilidad fiscal ecuatoriana y el pobre interés de inversionistas extranjeros a ser parte de la construcción de la refinería, grandes dudas sobre su realización nublan el futuro de esta.

Y si a ello se suman las opiniones contrarias a la obra provenientes de defensores de la naturaleza, de promotores del turismo y de críticos a la ubicación de la refinería por la afectación al desarrollo de Manta por supuesta contaminación, la continuación o no del proyecto se convierte en uno de los mayores retos a la administración del Gobierno y del presidente Moreno.