Como una forma de rechazo a estas acciones, ayer se recordó el Día Mundial Contra la Homofobia.

Michaell Carranza trabaja como estilista en un gabinete de belleza en Portoviejo. Aunque usa aretes y tiene las cejas depiladas, el tono de su voz ratifica que es miembro de la comunidad GLBTI. Tiene 18 años y desde los 10 se sintió atraído por personas de su mismo sexo.

Para él, “todo el mundo es homofóbico”, tanto que a veces ha tenido que ocultarse de los demás.

“Muchas veces te lanzan piropos y eso no me gusta, me siento acosado”, dijo Michaell, quien aseguró haber tenido el apoyo de su familia en todo momento.

Jairo Vinces casi no necesita presentación, ya que gracias a su dilatada trayectoria como modisto, cuenta con un nutrido reconocimiento dentro y fuera de la sociedad manabita.

Vinces, quien se reconoce como homosexual desde toda la vida, aseguró que gracias a su vida como diseñador de alta costura, nunca se sintió marginado.

Hasta hace unos años, Saskya Vélez era Yandry Vélez. Ella es una transgénero femenina que, gracias a las modificaciones constitucionales, pudo cambiar su nombre y su género sexual en la cédula de identidad.

Según Saskya, “en estos tiempos, desde mi punto de vista muy particular, no he sentido ningún tipo de discriminación”. Tal como en el caso anterior, siempre ha sentido el apoyo de su familia. Para ella, “una persona homofóbica esconde dentro de sí cierto grado de homosexualidad”.

Billy Navarrete es secretario ejecutivo del Comité Permanente de Defensa de los Derechos Humanos en el Ecuador. Para él, “la homofobia sigue siendo un pesado lastre que carga la sociedad ecuatoriana”.

Respecto a los avances constitucionales, señaló: “Definitivamente, uno de los adelantos más significativos, en términos de integración y lucha contra la discriminación, es la Constitución. Sin embargo, identificamos fuertes desafíos en el ámbito cultural, concretamente en dirigentes de grupos de fe que desde el altar discriminan crudamente a personas de la diversidad sexual”.