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Aporte
Médicos sin fronteras

Los tres tienen cosas en común: nacieron en Ecuador, son médicos y arriesgaron el todo por el todo para triunfar en otro país: Chile.

Lunes 23 Abril 2018 | 11:00

 Hernán Jaramillo Mendoza miró hacia el sur en el 2007, en busca de aventuras y por conocer más sobre otros países. Quería reunir algo de dinero y pagarse una especialidad. 

Le habían dicho que allá había cierta sobrepoblación de médicos ecuatorianos, pero su optimismo y su fe fueron el mejor pasaporte para sus sueños.
“Tres semanas después de haber llegado tuve mi primer trabajo en un pueblo de la Séptima Región (Región del Maule) llamado Maule. Me mudé a la capital, Talca, empecé con otros trabajos y, a finales del 2008, estaba ya ubicado en la mencionada ciudad”, recuerda Jaramillo.
Gracias a su profesionalismo, su carrera fue en ascenso con el pasar del tiempo. Así, empezó a trabajar en una clínica de diálisis privada, lo que le permitió entrar en contacto con pacientes portadores de Enfermedad Renal Crónica. Al mismo tiempo, trabajaba en el Servicio de Urgencias del Hospital de Talca, Servicio de Urgencias Clínica del Maule y CESFAM Astaburuaga, donde laboró hasta 15 días seguidos.
Jaramillo, quien asegura que sigue hablando como manaba, en el plano profesional y en el personal ha logrado casi todo lo que ha querido, pues trabaja en el segundo hospital más importante de Chile-Hospital Guillermo Grant Benavente, Concepción- y es padre de dos jóvenes, Hernán Andrés y Alessandro Hernán, a los que considera sus mayores logros en ese país.
Por invitación. Andrea Cevallos arribó por los mismos rumbos, pero gracias a que su esposo quería hacer un doctorado y un amigo suyo le hizo la respectiva invitación. 
Conocedora de la falta de médicos en esa nación, asegura que nunca le asustó la idea de que allá el tema laboral era apretado.
“Como en todas las cosas, iniciar algo nuevo es duro, y más si estás lejos, en un lugar donde nadie te conoce. Adaptarme a una nueva vida no fue fácil, cambio de clima, de costumbres y de amigos”, cuenta Cevallos, quien está dedicada por entero a estudiar.
Conseguir trabajo no se le hizo complicado, porque confirmó que “la necesidad de médicos era grande, sobre todo en las regiones”. 
Le agradece a Dios haber conseguido trabajo rápido. “El resto depende de uno, hacer las cosas bien, ser amable y lo más importante adaptarse al sistema de salud chileno”, comenta Cevallos, quien goza de una beca en Medicina Intensiva Infantil por la Universidad Católica de Chile, en Santiago.
Convencida de que su objetivo es volver a su patria y demostrar que el esfuerzo valió la pena, esta manabita hace una diferencia entre lo que hay acá y o que ha encontrado allá: “La tecnología y la investigación científica son bastante más avanzadas, pues las personas realizan mucha investigación y eso es un punto a su favor, pues el desarrollo científico es mayor y en algunos lugares tienen espacios para investigar. Aunque pasa que la mayoría de la tecnología de punta se centraliza en la capital y eso hace al sistema de salud un poco lento”.
Mejor allá. Efraín Daza tuvo motivaciones muy fuertes pasa irse del país y lo ratifica cuando dice que “Me di cuenta de que la mejor opción para el médico ecuatoriano no estaba en su país. Para mi familia Chile resultó la mejor opción para laborar y para desarrollarme como profesional y como persona”.
Recuerda que lo primero que hizo fue observar la cultura, los lugares, la historia, sus costumbres, sus problemas de salud; se sorprendió por el respeto que tienen para con el profesional médico y se sintió muy importante. Eso le dio confianza necesaria y tomó la decisión final de irse.
Primero se fue solo, pero a los ocho meses ya estaba mudado con todo y familia.
“Inicié en el hospital Sotero del Río, en urgencias, por turnos de 12, 24, 36, 48 horas seguidas, según la necesidad y campañas de refuerzo en invierno. Trabajé hasta 72 horas seguidas. Vine a eso. En mi tiempo libre aprendí mucho sobre el manejo de pacientes de hemodiálisis y trabajé como médico encargado”. Actualmente trabaja en el Servicio de Urgencias de Santiago de forma fija. 
Según le han conversado sus pacientes, el médico extranjero es humanitario, a diferencia del chileno. 
“Ellos sienten mayor afinidad y confianza con nosotros y eso nos permite profundizar más en temas sanitarios. En urgencias hay una lucha constante entre la vida y la muerte y en ese contexto no podría cuantificar 
mi aporte”, señala este médico.
Convencido de que está en un lugar en el que se siente valorado y respetado, no piensa volver al país, de donde salió decepcionado.
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