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El gran golpe
El gran golpe
Por: Walter Andrade
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Lunes 16 Abril 2018 | 04:00

Para todo el Ecuador era sólo un sábado más, un sábado cualquiera.

Nada extraordinario ocurría a pesar de ser un país en el que siempre pasa algo, como dijo un extranjero que estuvo algún tiempo viviendo en nuestro país.  Era  un sábado que miles dedican  a reuniones de todo tipo, a celebraciones, a visitas familiares, a toda clase de festejos y a lo que se ha dado por  llamar,  recepciones.  Otros, sin embargo, el sábado precisamente lo dedican a la evaluación de lo hecho o a pasar revista a lo pendiente.  Los políticos, aunque no era época de elecciones, ya se movían, no se daban tregua: en tiempos de campaña, suelen decir, “el trabajo es 24/7” Este era, más o menos, el ambiente  de aquel día.

Y el rato menos pensado, cuando muchos estaban listos para la última comida del día  o para la farra de la noche, desde el piso salió un ruido raro, muy parecido al rugido grotesco de un animal inmenso que al piso movió. Como Portoviejo no está localizado en una zona sísmica, lo primero que se le ocurrió a muchos,  es que el movimiento  inicial, “el rugido”, era solo un sacudón fruto de algo extraño y nada más.  Pero los segundos sucesivos, y fueron 52, pronto nos dijeron que estábamos totalmente equivocados, era un terremoto que jamás, ni en nuestras pesadillas más tenebrosas, lo pudimos haber  imaginado.  Y Manabí cambió. El daño fue enorme, el golpe fuerte y Portoviejo, Manta, Bahía, Pedernales   parecían bombardeadas por aviación enemiga o por fuego de artillería pesada de algún ejército de primer mundo. La desgracia fue tanta que ciertas calles lucían como si fueran de alguna ciudad Siria o listas para rodar una película de guerra.   La destrucción fue inmensa, inimaginable. No se podía creer que casas y edificios enteros se desplomen como si fueran casas de arena, que cientos mueran y que cientos así mismo se queden sin nada, literalmente en la calle.  
Pero la tragedia, que al país entero dejó abatido, no pensó encontrar a un pueblo aguerrido, valiente, decidido,  que le pone el pecho a las balas. Portoviejo con mil y un dificultades pronto comenzó a tejer su recuperación. Sí, el gobierno ayudó, aunque existen  muchas cosas pendientes.  Pero el tema es que ninguna  ayuda, por valiosa que sea, puede germinar si quien la recibe no la procesa. Y Portoviejo la procesó.  No se dejó caer por la desgracia ni se doblegó por la incertidumbre. Los empresarios locales, los profesionales médicos - grandes afectados - se acomodaron como pudieron y se dieron modos para seguir ofreciendo sus bienes y servicios. ¿QUÉ FALTA AÚN? más y más liquidez a la economía local. Con más, se asimilará el gran golpe recibido el sábado 16 de Abril del 2016.  
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