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PAJÁN.
No recuerda nada después de su accidente

Mientras Yesenia Alay esperaba a su esposo con las compras, recibió la mala noticia de que había sufrido un accidente.

Lunes 19 Marzo 2018 | 11:00

Todo ocurrió el domingo 22 de octubre del 2017.

Luis Bozada había salido en su motocicleta desde su casa en el sitio Agua Fría, entre Paján y 24 de Mayo, hasta el cantón Olmedo.
Era su costumbre de los domingos, pues llevaba a vender un quintal de cacao que había recolectado, y con el dinero que le pagaban compraba los productos para la alimentación de su familia.
Alrededor de las 11h00, Luis regresaba en su motocicleta hacia su casa, de pronto, otro motociclista lo chocó. Luis casi pierde la vida, cuenta la familia.
A “Mecho”, como lo conocen, lo encontraron tirado en el asfalto a varios metros de su motocicleta.
NO RECUERDA. Del accidente, que ocurrió en el recinto Dos Bocas del cantón Olmedo, “Mecho”  no recuerda nada; pero por versiones de personas que presenciaron el hecho, su cuerpo salió expulsado de su motocicleta y se golpeó la cabeza quedando inconsciente.
Su esposa menciona que ese día realizaba sus quehaceres del hogar mientras esperaba a su esposo, pero cerca del mediodía un vecino le llegó a decir que se había accidentado.
AL HOSPITAL. “Salí corriendo a ver dónde lo podía encontrar, pero no lo hallamos porque nos dijeron que la ambulancia ya se lo había llevado”, comenta Yesenia mientras sus ojos se le empiezan a enrojecer. Desde ese momento empezaron los días más duros de su vida, comenta.
Junto a otros familiares, Yesenia acudió hasta el hospital Verdi Cevallos de Portoviejo, hasta donde “Mecho” fue llevado. Allá conocieron que se debatía “entre la vida y la muerte”.
Por su gravedad, a los siete días Luis fue derivado a una clínica de Manta.
En  la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) estuvo 20 días sin decir una sola palabra, mucho menos movía su cuerpo. No reaccionaba, relata Yesenia.
“Estaba inconsciente sin poderme decir una palabra”, indica, al confesar que a pesar de que no le dieron muchas esperanzas de vida a su esposo, jamás perdió la fe.
REACCIONA. Las oraciones de su familia fueron las mayores fortalezas,  “Mecho” empezó a realizar leves movimientos en el cuerpo. Fue una alegría a medias, comenta su familia, pues sus plegarias a Dios empezaron a dar frutos.
A los 30 días de estar en la clínica, le dieron de alta.
Salió en los brazos de sus familiares, pues no podía caminar, señala su esposa.
“Nunca dejé de pensar que iba a reaccionar”, agrega.
Pero la evolución de “Mecho” ha sido lenta, mientras que su memoria no volvió a ser como antes al no recordar nada después de su accidente.
“De cómo era antes de accidentarme sí me acuerdo, pero ahora se me olvidan las cosas”, comenta “Mecho”, al confesar que  hubo días en que no reconocía a su propia esposa.
Ahora se recupera en su casa, en Aguas Frías. Hace unas semanas empezó a dar sus primeros pasos, y ahora realiza terapia física en Jipijapa, por lo que debe quedarse donde una de sus tías para su proceso de recuperación.
PIDE AYUDA. Con cierta dificultad al hablar, “Mecho” dice que necesita una silla de ruedas y muletas, pues no cuenta con estos implementos mientras dure su proceso de recuperación.
Lamenta que ya no pueda trabajar en la agricultura para solventar sus gastos, los de su esposa y los de tres de sus hijos, que aún son menores de edad.
Yesenia es quien ahora se encarga de trabajar en el agro para solventar los gastos, por lo que requiere de ayuda para su esposo, que ahora quedó con discapacidad.
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