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Portoviejo.
Lleva catorce años en espera de justicia

Las fotos en papel de Pedro García Cuenca están perdiendo su color. Los detalles ceden ante el ineludible paso del tiempo.

Viernes 23 Febrero 2018 | 11:00

Pero en la memoria de su padre, por ejemplo, se mantiene intacta su forma de ser y lo bromista que era. 

Cupertino García Cevallos está seguro de que su hijo merecía seguir viviendo y no morir en la forma violenta en que pereció el 20 de abril del 2004.
Si hay algo que le duele en lo más profundo de su ser es que un allegado a su casa, que se crió junto a sus hijos, haya propiciado el hecho de sangre, según su versión.
honesto. Pedro Ricardo trabajaba como albañil y su padre da fe de aquello. No es de las personas que certifican la honra de alguien sin conocerlo.
Siendo un niño, el segundo de los seis hijos de Cupertino solía jugar con sus herramientas e imaginaba levantar casas hasta el firmamento.
Fue aprendiendo el oficio de manos de su padre, quien desde los veinte años se desempeña como albañil. “Siendo adolescente me pidió que lo incluyera en el grupo de trabajo”, expresó el progenitor.
El 20 de abril del 2004, día de mucho dolor para la familia García Cuenca, padre e hijo se levantaron temprano. Tomaron sus herramientas y partieron a una obra en la ciudad.
Retornaron para el almuerzo y volvieron al trabajo. Todo fue actividad hasta las 18h00, en que regresaron a la casa de la familia, en el sector de El Mirador de la parroquia Francisco Pacheco.
Tras cambiarse de ropa Pedro dejó la vivienda y bajó al mirador para conversar con sus amigos. En ese tiempo la estructura de concreto se encontraba en buen estado y los moradores aprovechaban para tomar el “fresco” de la noche.  
SUCESO. Por lo general se encendían las luminarias para mejorar la seguridad del sector, ya que en ocasiones solían llegar personas de otras partes de la ciudad para apreciar el paisaje.
Esa noche no habían pasado ni cinco minutos desde que Pedro salió del hogar cuando  una detonación alertó a los vecinos. 
A los segundos arribaron amigos del albañil para decir que le habían disparado.
Padres y hermanos fueron por el herido y se encontraron con una turba de personas que trasladaba a Pedro al hospital Verdi Cevallos Balda.
“El disparo de cartuchera fue en el abdomen y dañó los intestinos. Murió mientras los médicos lo operaban”, recordó Cupertino.
La diferencia entre los amigos surgió por el robo de una extensión de electricidad, afirmó el padre.
justicia. Han pasado 14 años del hecho de sangre y Cupertino García no pierde la fe en que el responsable de la muerte de su hijo pague por lo que hizo. 
Hasta donde conoce, luego del homicidio fue a radicarse a Quito, Guayaquil y “sabemos que se encuentra en Colombia”.
“A lo mejor la justicia del hombre no se haga presente, pero a Dios tendrá que rendirle cuentas”, sentenció.
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