Por ello, los proyectos tendientes a contrarrestar la formación de zonas desérticas, aportar con la riqueza forestal que equilibre la humedad en el campo o que ayude a evitar la contaminación en las ciudades, deben ser colegidos con programas que lleguen a un fin provechoso para todos.

Porque es común el inicio de las campañas de siembra y resiembra, con sonados objetivos, pero sin beneficio de inventario que indique el grado de eficiencia de la actividad y razones que coadyuvaron en el logro. O motivos que impidieron culminar con satisfacción la empresa emprendida.

Mas, debe ser una constante las acciones destinadas a obtener la mayor cobertura vegetal posible en territorios como el de la provincia de Manabí, para lo cual hay que hacerla parte de las programaciones municipales, especialmente, coordinándolas con las que de manera institucional realiza el Gobierno Provincial de Manabí, del que pueden recibir la ayuda correspondiente.

Y cumplirlas en fechas calculadas para que el riego natural de las lluvias ejerza su bienhechora labor para su crecimiento y desarrollo inicial.

Actualizando, esperemos que, por ejemplo, se piense en el 2018 como un año del reverdecimiento de Manabí, con un plan de siembra masiva en toda su extensión.

En varias oportunidades, autoridades cantonales y provinciales han participado en actos destinados a difundir los beneficios que para la comunidades tiene la siembra de árboles de diversas especies.

Los estudiantes y campesinos han sido los invitados preferidos: en unos casos, para que entiendan y sientan la importancia de estos seres en la vida del hombre; y en otros, para lograr la ayuda masiva en la conservación del suelo y la protección a la naturaleza.

Las citas se han dado en campos y en las urbes. En estas últimas para emprender en la defensa de las colinas o riberas del río, mientras que en el campo para evitar la mayor deforestación con la vieja práctica de la quema de cultivos, que desmejora el suelo y facilita el avance del desierto.

Sin embargo, se desconoce de resultados, porque después de las primeras acciones todo entra en un mutismo, sin saberse el desarrollo de las programaciones; inclusive cuando han quedado en solo entusiasmo ante la ausencia de continuidad de las mismas.

Por tal razón, se hace imprescindible seguir un plan de resiembra en ciudades como Portoviejo, que tradicionalmente ha sido constantemente castigada por los deslaves de sus colinas en invierno y con polvaredas permanentes en los meses de verano.