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Las tumbas de los ‘tristemente célebres’

A los bandidos que se han hecho un nombre en Manabí a punta de bala solo basta nombrarlos y el miedo salta a la vista.

Martes 02 Enero 2018 | 04:00

A base de acciones negativas y de las armas, personajes como Macario Briones Menéndez, alias “Don Maca” o “El Profe”; Ángel García Macías, alias “Cartucho” o “Angelito”; Mauricio Montesdeoca, alias “El Justiciero”, entre otros, fueron en su momento sinónimo de terror.

Pero como no hay mal que dure cien años ni cuerpo que lo resista, los “dioses del miedo” cayeron víctima de las balas. 
En décadas diferentes, lugares y ciudades, ellos se convirtieron luego en víctimas de la violencia que generaron. 
Ahora sus restos reposan en los mismos cementerios a donde enviaron a decenas de rivales del hampa y también a personas inocentes.
Un duro. Macario Briones Menéndez entró como guardaespaldas de los dirigentes universitarios (1977) de la Universidad Técnica de Manabí y más tarde que temprano se convirtió en un temido personaje del hampa. 
Los predios universitarios fueron una fortaleza imposible de cruzar.
La Policía de la época lo señaló como el asesino de decenas de personas, y violador compulsivo; reclutó a gente que se especializó en el robo y desguace de vehículos. 
Desde los predios de la UTM impuso su ley. Una llamada telefónica suya hacía temblar a los empresarios locales, quienes pagaban dinero para no ser víctimas de su banda.
El 11 de febrero de 1985 fue abatido en los predios de la universidad.
Fue una persona, cuya identidad jamás se conoció, quien se encargó de darle “visa al más allá” con un certero disparo en la cabeza. 
Los restos de “Don Maca” reposan en el cementerio general de Portoviejo.
“Angelito del mar”. Ángel García, conocido como “Angelito” o “Cartucho”, fue uno de los discípulos de “Don Maca”. 
Por mucho tiempo estuvo delinquiendo para la banda, hasta que fue expulsado por su maestro por abusar de su confianza.
“Cartucho” se refugió en Manta y siguió delinquiendo por cuenta propia. 
Asalto a comercios, robo de vehículos y más, están entre sus delitos. Firmó su condena de muerte al confesar el asesinato de un periodista de diario El Mercurio.
En una carta enviada a radio Cristal de Guayaquil García se atribuyó la muerte de Héctor Toscano. Ocurrió a las 14h00, del 4 de diciembre de 1983.
El hecho causó consternación e indignación. Las fuerzas especiales de la Policía lo acorralaron en una vivienda en el sitio Colorado de Montecristi.
Allí cayó abatido, junto a sus compinches.
Los restos de “Angelito” están sepultados en el cementerio general de Manta.
Querido y odiado. Mauricio Montesdeoca Martinetti se autodenominó “El Justiciero”. 
En vísperas de la Navidad de 1997, el asesinato múltiple de dos de sus hermanos y dos amigos, lo llevaron a las armas para buscar venganza.
El sobreviviente de la matanza ocurrida en la avenida Manabí partió a Estados Unidos para supuestamente capacitarse en el manejo de armas. Incluso tras el atentado de Las Torres Gemelas en Nueva York (2011) filtró su nombre entre las víctimas para camuflarse de sus enemigos.
A su retorno se convirtió en supuesto informante de la Policía e inició su ajuste de cuentas.
Ladrones, violadores y traficantes fueron las víctimas del “Justiciero de Manabí”. Muchos lo querían y otros lo odiaban.
Montesdeoca fue abatido por un “comando de muerte” el 15 de julio del 2009, cuando arribaba a su casa en Portoviejo. Su chofer resultó con una herida leve.
Reconocido. Daniel Bravo Pisco, alias “Chani”, fue un chico que creció probando la adrenalina. Por años practicó bicicross. 
En 1999 la Policía lo señaló como responsable de asesinatos, asaltos y tráfico de drogas. Su apodo se hizo conocido.
Él se declaró perseguido por la Policía y otros enemigos gratuitos.
“Chani” reconoció que cometió errores como todo joven, pero en su caso las deudas las saldó, porque estuvo tres años y medio en prisión.
El cuerpo de “Chani” apareció acribillado en el 2002. Sus restos están en el cementerio general de Portoviejo, junto a su tío “La Nigua”, señalado como su mano derecha. La hermana también fue asesinada.
“La rana”. Manabí vivió otra época de delincuencia con Gustavo Párraga, alias “La Rana”.
Este exmilitar nació en Quevedo, pero se atrincheró en Manta. Murió acribillado por la Policía. Sus restos están en Quevedo. 
En esa época se hicieron famosos “Comando Lucho”, “La Colorada”, “Niño Lobo”, “Loco Yoffre”, entre otros. Todos descansan en diferentes cementerios de Portoviejo y Manta.
“Choneros”. En los últimos años las bandas “Los Choneros”, “Los Queseros” y “Los Carreño” fueron la noticia.
Alias “El Barón”, “Lam”, “Yandri”, “Teniente España”, “Power Ranger”, “El Zorro”, “Cuchillo”, “El Chavo”, “El Puerco”, “Negro Gracia”, “Los Figueroa” y “Los Carreño” aparecen en la lista de víctimas, pero también la Policía los señala como integrantes de bandas.
Jairo Proaño Pazmiño, alias “Loco Jairo”, fue por mucho tiempo un hombre fuerte de la banda “Los Choneros”, que por varios años sembró el terror en Manabí.
A esa organización delictiva la Policía la relacionó con cárteles colombianos y mexicanos.
Proaño comenzó en el hampa a los 16 años de edad de la mano de un sujeto apodado “Hacha”. Después conoció a Jorge Bismarck Véliz España, alias “Teniente España”,  creador de la banda “Los Choneros”. El “Loco Jairo” pereció acribillado en un enfrentamiento con la Policía en la hacienda La Argentina de El Carmen.
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