Actualizado hace: 938 días 11 horas 1 minuto
Isabel Carlota Hernández Luna
14 de diciembre, día de San Juan de la Cruz

En esta etapa de Adviento, tiempo de esperanza y luz en que nos preparamos para la Navidad, es gratificante, recordar con profunda Fe y Alegría a San Juan de la Cruz, un santo Carmelita Descalzo, que con su fuerza espiritual nos dejó un legado de fe, justicia, esperanza y verdad, válido, hasta nuestros días.

Jueves 14 Diciembre 2017 | 04:00

Nació en España en 1542, recibiendo su formación académica en la Universidad de Salamanca. De convencidos principios y férrea voluntad, apoya en tiempos difíciles, de manera decidida, a Santa Teresa de Jesús de Ávila, convirtiéndose en el Primer Carmelita Descalzo y Coadjutor Fidelísimo, en la Fundación de su Reforma.  
Uno de sus dones más reconocidos es el de patrono, maestro y preceptor de los poetas.  Fue encarcelado injustamente por sus enemigos, habiendo escrito en estos tiempos duros sus poemas más completos. Poseedor de una prolífica producción literaria, le mereció junto a Santa Teresa de Jesús integrar el grupo de escritores que formaron el denominado siglo de oro de la literatura universal, del siglo XVI.
Este padre místico carmelita, doctor de la Iglesia católica, es venerado y reconocido en el mundo entero sin distingo de credos ni religiones; sobre todo por la juventud, que al conocer su existencia se identifica con su carisma y accionar, reflejado, por ejemplo, en la musicalización de varios de sus poemas.
Es motivo de gran júbilo, como parte del carmelo seglar de Ecuador, bolivariano y del mundo, integrado al monasterio del Carmen de Cristo Crucificado de Montecristi-Manabí, hacer conocer la biografía de este excelso maestro contemplativo-orante, quien a través de sus manuscritos y testimonios de vida nos invita a enfrentar con convicción y valentía tantas situaciones de carencia de fe, de oración y también de valores.  
Que no prevalezca el miedo ante la amenaza y violencia o ante intereses personales y particulares, haciendo cambiar nuestra estirpe histórica, perjudicando el presente y, más aún, el futuro de las nuevas generaciones.
Hoy, en nuestro querido Ecuador, Manabí y en particular Portoviejo, necesitamos la fe y estoicismo de San Juan de la Cruz –sin dejar de lado su educación y alegría– para unir voces y acciones en pro de un justo y verdadero desarrollo y crecimiento espiritual, moral y también físico de nuestra ciudad y cantón.  Necesitamos fe, oración y acción –como era su expresión común– por la familia y la sociedad portovejense, manabita, ecuatoriana y del mundo entero. Que esta vida ejemplar irradie con la luz del Adviento, para involucrarnos valientemente en el bienestar de nuestras comunidades.
 
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