No por la identificación de ilustres conterráneos investigadores exponentes del pensamiento liberal alfarista y la participación activa de grandes patriotas caballeros, que no están, y otros de talla superlativa, aun con nosotros, Ignacio Hidalgo Villavicencio y Medardo Mora Solórzano entre los destacados.

No por ser la cuna del más ilustre e incomparable ecuatoriano presidente, Eloy Alfaro Delgado. Ni siquiera porque Manabí fue el epicentro de luchas liberales con derrame de sangre de los nuestros, sembrada en calles playas y plazas de la provincia. 

Tampoco por vivirse en nuestros lares, casi siempre de manera espontánea, sincera y a plenitud, el liberalismo, que significa respeto del pensamiento y la opinión de los otros, libertad a la iniciativa privada, solidaridad y justicia social. 

No por todo lo dicho, no por cualquier otra circunstancia que se me hubiera escapado, solo y fundamentalmente porque aquí nos obsesiona la libertad, la democracia, el respeto, la confraternidad, el trabajo y esfuerzo, el progreso sin resentimientos, la ausencia de complejos y dogmas, con autenticidad y sinceridad, es que podemos asegurar sin lugar a dudas que felizmente el liberalismo persiste como expresión de vida, como práctica filosófica de convivencia social sin ataduras. Aún más me atrevo a manifestar que respetables y tradicionales políticos de otras vertientes, profesan el liberalismo, en sus proyectos de vida, en su economía y su pensamiento. 

En esta época, y como resultado del fracaso de noveleras y copiadas tesis políticas, el liberalismo yergue como la opción de vida social. 

Cabe entonces recomendar que nuevas generaciones se incorporen y retomen el análisis y proyección del liberalismo, destierren la presencia electorera de propuestas políticas mentalizadas y financiadas por los mismos oportunistas de Quito y Guayaquil, y proyecten desde Manabí a Ecuador, una organización en principio regional, el Movimiento Liberalista Ecuatoriano MLE que agrupe y prepare líderes y militantes de este pensamiento. Existen los suficientes elementos para una iniciativa de esta naturaleza, fuertes raíces liberales, conducta afín al liberalismo, urgente necesidad de nuevas y renovadas opciones políticas locales sin mandatos externos, que permitan nóminas de representación eleccionaria de las o los mejores ciudadanos. Necesitamos de manera urgentemente devolvernos fe y confianza en el sistema político tan afectado por la inmoralidad y corrupción. La indiferencia es el peor enemigo de la ciudadanía. Es hora de actuar.