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La arena de la disputa
La arena de la disputa
Por: Pedro Vincent Bowen
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Domingo 22 Octubre 2017 | 04:00

Quienes alguna vez hemos vacacionado en el balneario de Fort Lauderdale, conocido como la “Venecia de América” (entre Miami Dade y Palm Beach), sabemos que tiene una de las playas más limpias y hermosas del mundo, y un mar de aguas cristalinas que invitan a quedarse hundido hasta el cuello mientras los pececillos de colores juegan entre los pies.

¿Queréis saber por qué tanta belleza, ah? Sencillo: porque dos veces al año los encargados del mantenimiento del balneario cambian sus arenas y las reemplazan con arena traída en barcos desde playas del África, consideradas las más finas y blancas del mundo.
El tema lo he traído hoy, a propósito de lo que está sucediendo en las playas de Manta. Ayer: limpias, atractivas, amplias y, sobre todo, sanas. Hoy: el lugar de las descargas de las aguas negras que desbordan de las alcantarillas y de las lagunas de oxidación.
Me avergüenza decirlo así. Pero (el infaltable) me veo obligado a hacerlo con la sana intención de que alguna autoridad se conmueva y ponga todo su empeño en buscar una solución. Para que no solamente se preocupen de la pavimentación de calles, parques, obras de hormigón, puentes y regeneración urbanas, sino también de la salud de la gente y del buen aspecto de nuestro balneario que tanta fama tuvo en el pasado.
Lamentablemente, no hemos logrado sensibilizar a quienes corresponde asumir este reto. Antes, por el contrario, daría la impresión de que los mercachifles que de todo hacen negocio, llámense empresarios privados en complicidad con políticos perfectamente identificados, se asocian para sacar provecho de tan triste realidad. Y es así, que con el cuento de limpiar las playas, contratan o se asocian con transportistas sin escrúpulos para “pelar” la arena y dejar  en roca viva tramos de sectores, como El Murciélago, que tardarán mucho tiempo en recuperarse.
El tema ha encendido la polémica hasta llegar a niveles de disputa periodística, a tal punto que los que sienten señalados por la vindica pública tratan de justificarse con el consabido “yo no fui”.
Mas no lo consiguen mientras hayan periodistas que sin importarles consecuencias, como el caso del colega Gabriel Pazmiño que en medios de EDIASA hace un cálculo probable de la real cantidad de arena sustraída en El Murciélago, supuestamente para llevar este material contaminado con excremento al botadero de basura, lo cual fue luego desmentido cuando se comprobó que nunca tiraron el material, sino que fue llevado a las comercializadoras de materiales de construcción de donde salen los elementos utilizados en los edificios que más tarde, con un pequeño temblor… se vienen abajo.
 
      
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