En los próximos tres años y gracias a un subsidio de 950 mil dólares de la Sociedad Americana del Cáncer, Litt y colaboradores estudiarán vida y salud de 312 participantes en programas de la organización no lucrativa Huertos Urbanos de Denver.

“Sabemos por los estudios previos que los jardineros tienen niveles significativamente más altos de salud física y mental en autoevaluaciones, pero ahora queremos saber por qué eso es así. ¿Cuál es el mecanismo?”, indicó Litt.

“Si uno cultiva sus propias frutas y verduras y las come cuando están frescas, eso es en sí mismo algo saludable”, agregó.

Conexión. Litt, profesora e investigadora de salud ambiental en la Escuela de Salud Pública de CU-Boulder, ya había realizado un estudio sobre cultivadores de huertos urbanos que duró una década y que concluyó, en el 2011, que dicha actividad brinda beneficios físicos y emocionales.

Según el estudio, esa actividad mejora el ambiente vecinal, fomenta el diálogo entre distintos grupos étnicos y ofrece alimentos frescos y naturales.

Con este nuevo estudio, Litt se propone establecer científicamente la conexión entre el trabajo en pequeñas huertas y la prevención del cáncer. 

Los investigadores medirán la masa corporal, el consumo de frutas y verduras, el nivel de actividad física, de tensión emocional y los parámetros de salud de cada uno de estos hortelanos antes de la siembra, en la época de la cosecha y seis meses después.

“Algunas personas no lo entienden, pero el cultivo de huertos está totalmente conectado con la salud pública”, afirmó.