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El soldado

Viernes 18 Agosto 2017 | 03:00

 El nuevo Comandante del Ejército pronunció dos palabras claves para interpretar las buenas relaciones que el Ejecutivo ofreció mantener con todos los sectores del país, ellas fueron respeto y “espacio”, revelando su convicción de que el presidente Moreno es el “primer soldado”.

Lo que para unos es firmeza y posicionamiento del cargo de Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas, dictado por mandato constitucional, para los detractores es autoritarismo y hasta fascismo. La sumisión del primer mandatario a la milicia es lo que imperaba en el Ecuador pre Correa.
Los entredichos Correa-Moreno fueron la consecuencia inmediata de los primeros actos y declaraciones del presidente Lenín Moreno, pues el anuncio de cambios a un paso de las elecciones presagiaban lo que estaba por venir.
Pasó el tiempo de la gran inversión del Estado en grandes proyectos para privilegiar vivienda y hasta la construcción de pequeñas escuelas en el campo, una clara contraposición al gobierno anterior, que erigió escuelas del milenio con el objetivo de que sectores sociales, que no pretendían siquiera una educación de calidad, pudieran acceder a ella. 
El estilo confrontador de Rafael Correa ya no es útil a este gobierno –sentenció-, por supuesto que no, pues no habrá serias desavenencias si se aprueban pedidos contrarios al ideario del expresidente y de los militantes de la AP.
Las conversaciones previas a la asunción, mantenidas con quienes libraron una batalla contra el expresidente,  resultaron en un cambio de tono y hasta de gestos por parte de algunos periodistas. El nombramiento del señor Campana y de Eduardo Ledesma también devolvió un poco de tranquilidad a los empresarios. 
El primero, por su parentesco con la más destacada industrial del país y el segundo, por no asociárselo con ideas “verdes”, aunque ha mantenido una posición ecuánime ante la masa laboral expectante frente la anunciada nueva ley.
En lo que respecta a la población indígena, Moreno borró con una firma una larga lucha de Correa para mantener la gobernabilidad, la institucionalidad y el Estado unitario. 
Según las ideas de un grupo ahora minoritario, los indígenas pretenden mantener el gobierno sobre sus territorios ancestrales.
Hay una distorsión de los derechos que tienen todos los seres humanos, mezclado con la búsqueda de una especie de cogobierno permanente. 
No puede interpretarse de otra forma que los desacuerdos con las  decisiones que tome un  gobierno electo por la mayoría de  los ecuatorianos –indígenas, afrodescendientes, montuvios, cholos, blancos-  deba soportar marchas continuas.
Ahora, merced al diálogo, recuperaron  su palacio presidencial en Quito.
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