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TEMA DEL DÍA
“Chucky” y “la mujer leopardo”

Esta peculiar pareja llama la atención de la gente a donde vayan.

Miércoles 16 Agosto 2017 | 09:00

“La Chica Leopardo” y “Chucky” se ha convertido en la pareja más modificada de Ecuador. 

Falta poco para que el cuerpo de ambos esté completamente tatuado, ese es el sueño que comparten desde que decidieron unir sus vidas en matrimonio hace cuatro años.
Sus nombres verdaderos son Andrea Aguilar y Richard Vélez, son santodomingueños y buscan que la ciudad sea reconocida por el arte de los tatuajes que empieza a ganar terreno.
Es común verlos pasear en una moto negra, cargando una mochila de púas y mostrando sus cuerpos tatuados. No pasan desapercibidos.
Ella empezó su gusto por cambiar su cuerpo cuando tenía 15 años. Una figura tribal en su cadera hizo nacer el amor por las agujas y la tinta. 
Hasta los ojos. Han pasado 12 años desde entonces. Ahora el 70 por ciento de su cuerpo, incluidos sus ojos, está tatuado.
Andrea viajó a Colombia a inicios del año 2015 para tatuarse la conjuntiva de manos de uno de los más famosos modificadores cafeteros: Damián Carnicero.
La primera vez que lo hizo optó por el amarillo, el año pasado se tatuó la mitad de la esclerótica de color fucsia y hace poco se decidió por el negro.
El proceso incluye la inyección de pigmento directamente en el globo ocular, de manera que este quede bajo la delgada membrana que cubre el ojo, la conjuntiva.
Una pequeña inyección tiene suficiente tinta para cubrir una cuarta parte del ojo. Y se necesitan varias para teñir por completo la esclerótica, la membrana blanca más gruesa, y para que el tatuaje sea permanente.
“La última vez resultó muy dolorosa, hasta ahora veo algunas cosas borrosas desde lejos”, cuenta.
Cuando ella se tatuó los ojos de amarillo, Richard usó el color azul y desde entonces tiene sus ojos como el cielo.
Van por más. En el 2015, se hicieron aún más “famosos” por salir en la portada de Centro y desde entonces no han parado de hacerse modificaciones.
Andrea luce unos implantes de teflón quirúrgico en la frente, se modificó las orejas para que se asemejen a las de un leopardo y se tatuó la lengua de verde oscuro, entre otros cambios.
Mientras que él cumplió su anhelo de bifurcarse la lengua, colocarse una calavera y otro implante en el brazo, expandir su nariz, además de escarificación en la cara para parecerse al muñeco diabólico, del que lleva el sobrenombre.
“Lo mío es estético, no busco ser la copia de algo, sólo quiero ser yo y que la gente conozca el arte del tatuaje”, señala.
La pareja ha sido discriminada muchas veces. Richard cuenta que el día después del terremoto fue a desayunar con su esposa y la gente que los veía se persignaba. “Incluso alguien dijo, ayer tembló la tierra y hoy hay demonios, el mundo se va a acabar”, manifiesta.
Las burlas y los actos de discriminación de los que han sido víctimas no han surtido efecto.
Ambos se han convertido a pulso en un referente local en el arte y han logrado organizar dos convenciones de tatuadores que han reunido a los íconos del mundo de la modificación, entre ellos Damián Carnicero y Carlos Dehaquiz de Colombia. En estos eventos Richard ha sido el protagonista de suspensiones.
Sus piercings han servido para colgar ganchos que atraviesan la piel y, a través de poleas, lo levantan.
“Unos dicen que es sadomasoquismo, yo digo que es una forma de arte”, revela.
Andrea y Richard han decidido hacer de los tatuajes una forma de vida. La tinta imborrable en sus cuerpos seguirá contando su historia de amor.
PARA SABER
Las convenciones de tatuadores que han organizado  han convocado a al menos 5.000 personas.
LOCAL
La pareja tiene un local en las calles Galápagos y Latacunga, donde realizan tatuajes.
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