A lo largo de la campaña electoral el señor Moreno recorrió en su totalidad la nación, visitó provincias, ciudades, parroquias, páramos y en todos estos lugares fue prometiendo trabajar denodadamente en su futuro periodo presidencial con obras e infraestructuras de desarrollo para encaminar a este hace rato rezagado país, hacia el progreso y bienestar y la mayoría de los ecuatorianos creyeron en su ofrecimiento.   

Desde esta fecha nuestro flamante presidente debe empezar a cumplir todo lo que ofreció para convencer a los ecuatorianos a votar por él, entre otras ofertas recuerdo estas: erigir 40 universidades para que nuestros jóvenes tengan libre acceso para realizar sus estudios superiores y librarse de los graves problemas que hoy pasan, para poder matricularse. También edificar una universidad arquetipo Zamorano en la provincia Santo Domingo de los Tsáchilas, construir 325 mil unidades habitacionales para mejorar en algo este alto déficit y ayudar a los más desposeídos a llevar una vida digna.  Fomentar 1’500.000 de plazas ocupacionales, lo que ayudará positivamente a incrementar la tasa de empleos reales y a aminorar en algo los graves problemas sociales que sufrimos los ecuatorianos. Mejorar ostensiblemente la atención inmediata y profesional médica  en los hospitales e instituciones sanitarias públicas y  dotarlos de equipos con avanzada tecnología. En fin hay mucho que hacer, pero cumpliendo sus ofertas electorales, él da muestras de buenos ejemplos, porque el que cumple lo que promete es un paradigma a seguir.  

El nuevo mandatario debe lucir autoridad y decisión en su gestión gubernamental, siempre dentro de lo que dictan la Constitución y las Leyes que rigen nuestra sociedad civil, mostrarse competente para unificar a un país dividido por los múltiples asomos de corrupciones en varios estamentos públicos y el de mayor relieve, levantar la economía nacional que está en crisis, porque unas son las cifras de los tecnócratas que no salen de sus oficinas y otra muy diferente es la del pueblo que va a los centros de abasto. Le deseamos la mejor de la suerte a don Lenín, en sus delicadas tareas de administrar esta patria, que tenga el tino y la destreza necesaria para llevarnos a un mejor destino, porque mientras mejor a él le vaya, mejor estaremos los ecuatorianos.