De la materia prima se encargan los diferentes medios de comunicación, hablados o escritos, y se suman miles de individuos que proliferan en esos momentos de controversia, para que resentidos tiren su bazofia a los cuatro puntos cardinales de nuestro país. Hay que cambiar el tóxico mordaz que lo que hace es embriagar la mente de mis conciudadanos y que no aportan en lo que verdaderamente importa: programas de gobierno realizables, que a fin de cuentas los paga el pueblo ecuatoriano.

Hay formas brutales de tratarnos entre nosotros. Y de las cosas que más llaman la atención es que hay intermediarios de esas bajas pasiones que son académicos, profesionales de la salud, comerciantes, empresarios, maestros, que toman partido, intermediando por uno u otro orden político. 

Y lo verdaderamente insano es que en la mitad hay personas sin ningún criterio ni formación; niños que, como en el fútbol, se vuelven fanáticos a temprana edad de algunos de estos clubes y terminan siendo verdaderos lacras sociales, sin ellos proponérselos.

Invitamos a todos los ecuatorianos, residentes de aquí o de allá, a pensar a largo plazo; no hay que dejarse deslumbrar por aparentes espejismos que pueden resultarnos a lo largo de nuestro camino; más perjudiciales que beneficiosos. Creemos que la prevención, que el razonamiento, que la objetividad, deben ser factores en la senda que guie nuestras vidas. No permitamos que haya división, debemos entender que lo único que nos debe llevar al puerto de la esperanza es mantenernos siempre unidos, bajo un mismo cielo y una misma bandera. 

Ningún líder en su sano juicio nos puede llevar al desfiladero de la desunión; juntos todos tenemos que salir de este trance doloroso.

Quizás los mayores culpables de que las aguas se hayan desbordado de su lecho seamos nosotros, porque nunca hemos dicho basta. Ese no es el tipo de mensajes que queremos, somos los llamados, junto con aquellos con conciencia nacional, a comenzar una gran cruzada exigiendo respeto para todos los ciudadanos que queremos una patria mejor. No debemos permitir que testaferros de la antítesis de la política nos lleven a creer que sus tesis del insulto al prójimo son lo correcto.