Disfrutar de comprar en un centro comercial puede ser un placer y mejor aún si tiene atracciones especiales que tienen como objetivo cautivar al consumidor para que se anime a gastar o para que gaste más.

Y vistos así, los centros comerciales de estas  características,  se parecen, en cierto modo, a los casinos que “engríen y miman” a los jugadores a quienes, mientras juegan, los atienden con toda clase de bebidas y comidas buscando que el jugador no se mueva de su mesa de apuestas para que siga jugando, siga apostando y... siga perdiendo. Pero obviamente, si los dueños de los casinos son emprendedores locales es posible que el dinero del juego se reprocese en la comunidad. De la misma manera, si los locales comerciales de un centro comercial pertenecen a empresarios de la ciudad o de la región es posible también que la utilidad que generan las ventas se reinviertan  dentro de la geografía de su entorno y se genere un círculo virtuoso del dinero. Entonces, dependiendo donde se compra, el dinero del consumidor puede servir  para ayudar a crecer la comunidad donde se vive o colabora, inconscientemente, con el desarrollo de otros.