Él integra una de las tarimas que mayor vida tiene en el sitio Las Gilces de la parroquia Crucita, y a pesar de su condición no goza de privilegios.

Francisco aseguró que su jornada comienza al mismo tiempo que sus compañeros, es decir tras el arribo de las pangas, y termina cuando no queda una pinchagua completa.

“Me gano 15 dólares al día eviscerando 10 tachos de pescado, ya con eso me alcanza para ayudar a mantener mi hogar”, expresó.

El ejercicio se repite por innumerables ocasiones y comienza sacándoles las escamas a los pescados, sigue cortándoles el 

rabo, la cabeza y las tripas.

Francisco Demera manifestó que en el año 2004 perdió la visión. El tratamiento médico que tuvo le sirvió en parte, luego fueron presentándose sombras, hasta que finalmente quedó sin visión. 

Antes de eviscerar pescados, Demera fue agricultor. El gusto por el ciclo corto lo llevó a sembrar durante mucho tiempo.

 >Estimado. En Las Gilces Francisco Demera es todo un personaje. Incluso mientras brinda la entrevista a la prensa no suelta el filoso cuchillo. “Nunca me he cortado, gracias a Dios”, respondió.

Los compañeros, por su parte, le brindan su apoyo y lo incentivan para que mantenga su ritmo.

“Es uno más de nosotros y lo apreciamos por su voluntad de trabajo y la capacidad que demuestra en la jornada”, expresó Jorge Muentes, comerciante del sector.