Así lo planteaba el Papa en el Mensaje para la Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado, que ha celebrado la Iglesia con la mirada puesta especialmente en los menores, que conforman la mitad de las alrededor de 250 millones de personas que se han visto obligadas a escapar de la miseria o la guerra.
Continuamente apela Francisco a las sociedades de acogida para que sean más sensibles a la situación de los inmigrantes y refugiados, pero el grupo más vulnerable es con diferencia el de los menores, expuestos a acabar en redes mafiosas, reclutados como soldados o prostituidos.
La política que ha iniciado el mandatario americano no parece que vaya por el buen camino.