Es muy difícil de que haya una idea para el bien común y compartirla entre todos. Las personas tienen diferentes formas de pensar sobre lo que es bueno para la comunidad. Y eso es, porque la actividad política se manifiesta por fuertes contrastes. Y esos contrastes son destructivos para la democracia cuando se actúa con prepotencia, hasta el punto de llegar a eliminar a sus críticos. 

Afortunadamente, la política no es sólo un comercio. Se puede llevar a cabo por la vocación de cualquier ciudadano. Pudiendo participar por un período limitado de tiempo. Con lo que cada persona puede comprometerse a participar en una actividad política en su tiempo libre,  mientras mantenga su trabajo.

Hay períodos históricos en los cuales hay una participación general en la vida política. Millones de personas fuera de su vida privada han participado en la vida pública cuando llegan a entender que los destinos colectivos están en juego y que su iniciativa puede tener peso en el cambio.

De vez en cuando me encuentro con personas que realmente no les interesa la política, dándole la espalda a los problemas en los que estamos inmiscuidos todos. Dejando como siempre los problemas de la comunidad en manos de los políticos de turno. Problemas que nunca se resuelven y hasta llegan a eternizarse. A menudo se quejan y critican a los políticos, pero no hacen nada para cambiar las cosas, e incluso en elecciones dejan de ir a las urnas. 

Esta desconfianza de la política se manifiesta exclusivamente por los políticos de siempre. Que quieren mantenerse en el poder de por vida. Y eso es perjudicial para el sistema económico de nuestro país. Pero no hay que olvidar que si las cosas van bien la responsabilidad es un poco de todos. Es cierto que en la política se produce a menudo -y no sólo en nuestro país- desagradables enfrentamientos. Pero no podemos prescindir de la política. Debemos de tratar de corregirla y mejorarla con unas leyes que protejan el Estado de Bienestar.

Para entender la política: Debemos de conocer la historia de nuestra ciudad y de los muchos problemas que se han producido y se reproducen constantemente. Por cierto, hagamos lo que hagamos hoy, nos vemos obligados a hacer frente a nuestras raíces. Deberíamos preguntar a nuestros padres, madres y, a nuestros abuelos, de cómo vivían y qué pensaban. Ustedes van a entender mucho mejor las cosas y verán la importancia de los hechos que han sucedido en épocas pasadas y de los personajes que han participado en la política. 

Nuestra noble provincia de Manabí y su capital de San Gregorio de Portoviejo merecen y requieren de una verdadera atención de los políticos por vocación. Porque siempre ha sido desatendida, minimizada y hasta olvidada.