Entonces, según Meza, para qué esperar un desalojo si puede salir por las buenas con la esperanza de ser reubicada por algún proyecto que tenga el cabildo.

“La verdad es que duele salir de aquí, ya que llevaba dos años trabajando”, indicó.

Advertidos. La comerciante reconoció que hace varios meses ya fueron visitados por los municipales para decirles que no podían permanecer en la vía pública.

“Ahora me voy para alquilar cerca. Espero que los clientes me sigan”, expresó Mónica Meza.

Por su parte Mirian Sornoza, quien llevaba cinco años laborando junto al canal de agua frente a la Unidad de Policía Comunitaria de la ciudadela Nuevo Portoviejo, dijo que la clausura de los comedores es injusta, ya que no le causan perjuicio a nadie y están trabajando para mantener a sus familias.

“Hay que irnos a otro lado para comenzar de nuevo”, citó.

Pedro Macías, vecino del sector, indicó que los comedores se incrementaron luego del terremoto y que gracias a ellos las noches en la ciudadela ganaron en dinamismo.

“Nos harán falta, espero que si hay una reubicación no se vayan lejos, porque la comida era deliciosa”, precisó.

Proceso. José Flores, director de Comisarías del municipio, manifestó que siguieron 12 procesos (incluida una mecánica) para llegar al desalojo. 

El paso de colocar los sellos, argumentó, es previo a la retirada de dichos quioscos. 

“Hay quienes sacarán sus enseres el viernes y se les dará permiso para que retiren todo lo que puedan”, declaró.

El funcionario expresó que las causas que motivaron la salida fue por invasión de la vía pública y contaminación. 

Plaza informó que en otros puntos de la ciudad seguirán acciones de desalojo y los involucrados ya lo conocen. Frente a la maternidad Andrés de Vera, así como en el parque Mamey tienen identificadas a varias personas que hacen mal uso de la vía pública, indicó.