Actualizado hace: 938 días 15 horas 30 minutos
La presunción de inocencia
La presunción de inocencia
Por: Universi Zambrano Romero

Jueves 20 Octubre 2016 | 04:00

“Toda persona tiene derecho a que se la considere inocente hasta que un tribunal imparcial no pruebe su culpabilidad mediante una sentencia ejecutoriada de última instancia”.

 Este precepto está consagrado en diferentes instrumentos internacionales y proclamado en el Art. 11 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, aprobada por la Asamblea General de las Naciones Unidas en París, el 10 de diciembre de 1948. Así mismo, el Art. 12 ibídem señala que “nadie será objeto de injerencias arbitrarias en su vida privada, familia, su domicilio o su correspondencia, ni de ataques a su honra o su reputación. Toda persona tiene derecho a la protección de la ley contra tales injerencias o ataques”.

La Constitución en el numeral 7 del Art. 66 también ratifica este derecho. Otros Instrumentos Internacionales como la Declaración Americana de Derechos Humanos, el Pacto de San José, el Estatuto de Roma por medio del cual fue creado el Tribunal Penal Internacional de Justicia; todos, ratificados por Ecuador, coinciden en esta garantía. Mas,  sucede que ahora se vulnera en forma flagrante e irresponsable este precepto. Cualquier individuo, a través de los medios y las llamadas redes sociales, lanza un improperio, una ofensa contra una persona, muchas veces desde el cobarde anonimato y la persona agraviada es “sentenciada” a priori por la vindicta pública, prevalida de lo que la gente dice, que de la calumnia algo queda. De esto se enseñorea el infractor que por lo general queda en la impunidad. 
Se dice que la honra de una persona es como un papel, que si se lo estruja, por más que se lo quiera estirar nunca queda igual que antes. De esta manera el honor del agraviado queda manchado para siempre; pero si con el pasar del tiempo se comprueba la falacia y la inocencia del inculpado, su honor quedó para siempre lesionado.
A propósito de la condecoración otorgada por la Asamblea Nacional a la expresidenta de Argentina, se ha despertado la insidia, el odio, la perversidad contra una mujer que durante muchos años ejerció la presidencia de Argentina, cuyos opositores han iniciado contra ella denuncias y demandas de innegable contenido político y revanchista. Hasta el momento ninguno de los delitos que se le atribuye han sido probados, mucho menos merecido una sentencia condenatoria. Este es un caso típico de violación del precepto que garantiza la presunción de inocencia.
Está claro que la derecha internacional ha urdido una serie de patrañas contra políticos de gobiernos progresistas, con el fin de desprestigiarlos, mermarles popularidad, poniendo en duda su honestidad, sin reparar el respeto a la dignidad humana que todos merecemos. Qué pena da ver que ahora el honor, la reputación y la buena fama de las personas es como un estropajo en manos de políticos cuya honestidad está en tela de dudas.     
 
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