José Briones, propietario de la distribuidora Los Ángeles, afirma que hay un “boom de la construcción” por la reconstrucción, reparación y construcción de viviendas por parte del Estado y la empresa privada, “aunque a nivel nacional está complicado, pero en Manabí y Esmeraldas se vive un auge”.

En su caso, señala que las ventas han crecido un 70 por ciento en comparación con inicios de año y está vendiendo a empresas e ingenieros que han firmado contratos con el Ministerio de Desarrollo Urbano y Vivienda (Miduvi) y para proyectos particulares.

Para atraer clientes mantiene ofertas.

Briones indica que también hay una demanda mayor de estructuras prefabricadas y vigas metálicas, porque su instalación demanda menos tiempo y tienen mayor resistencia. Un kit de estructura metálica para una vivienda de unos 36 m2 está por los 2.500 dólares.

También se prefiere arena lavada o de río antes que la de mar, por la corrosión que causa al hierro. 

Y para divisiones interiores los paneles están entre los preferidos.

También hay una demanda inusitada de bloques, porque son más livianos que el ladrillo. Los hermanos Leonel y Leonardo Arteaga, de Bloques Leo, señalaron que de cinco pasaron a tener diez trabajadores que diariamente fabrican unos 5 mil bloques para atender la demanda local y de otros cantones.

Cada semana compran 300 sacos de cemento, 3 volquetadas de arena y 3 volquetadas de chasqui (piedra pómez) que traen de Ambato para elaborar los bloques que venden en 35 dólares el ciento. 

Están felices y señalan que entre sus clientes hay contratistas del Estado y privados.

Oportunidad. En Manabí hay unos 3.500 ingenieros civiles, de los cuales 2.400 son socios del Colegio de Ingenieros Civiles de Manabí, señala el presidente Santiago Vera, quien sostiene que no tienen cifras, pero ha habido un importante incremento de contrataciones, especialmente para construcciones y para evaluar viviendas. 

Solo en este último segmento, el Miduvi contrató a más de 270 profesionales en Ingeniería Civil y Arquitectura para evaluar las edificaciones afectadas por el terremoto. Las cifras del Comité de Reconstrucción señalan que 32.349 viviendas deben ser recuperadas por reparación o nueva construcción en Manabí.

Además, indica Vera, está la demanda de estudios de suelo y cálculos estructurales, lo que sin duda tendrá su repunte cuando los municipios empiecen a dar permisos para construcciones, con los estudios de sismicidad y geotécnicos.

El arquitecto Darwin Zabala, de Panacea Arquitectos, señala que hay una fuente muy grande de trabajo. “Tenemos que tomar al terremoto como una fortaleza que ha permitido emplear a muchas personas que necesitan, crear proyectos y que den otro giro a las ciudades y reactivar en un cien por ciento la venta de materiales”, dice.

Los obreros también se benefician del “boom”. Félix Moreira, maestro de obra, indica que hay trabajo para llevar la comida a casa y destaca el cuidado que las personas ponen a la hora de reparar sus viviendas para que no se repita la amarga experiencia del terremoto. Por ejemplo, en casas donde las columnas están muy separadas ponen vigas metálicas con estribo y el ladrillo es echado (acostado), lo cual le da más resistencia en un movimiento de suelo.

Cuidados. Esto lo ratifica Maritza Moreira, a cuya casa, en El Florón 7, se le cayeron todas las paredes. Su esposo tuvo que prestar 1.000 dólares y con los ahorros han ido cambiando las paredes con ladrillo “echado” para que no se repita la historia. 

Lo que lamenta es que en la medida en que compre menos el material es más caro, pero la reparación no espera porque debe darle seguridad a su familia.