Todo ha cambiado y es poco lo que se viene haciendo para que la gente afectada vuelva a normalizarse y hacer que su barrio y su sector retome, por lo menos, parte de ese accionar característico.

Porque ya son más de 4 meses que han pasado desde el 16A y da pena ver cómo se sigue viviendo en parques y calles de determinadas ciudades, cobijados en carpas inapropiadas, por decir lo menos; porque parecería que estas ya cumplieron su vida útil, a más que las mismas y sus ocupantes están apilados y en condiciones infrahumanas. 

Para poner un ejemplo, nos referiremos a una ciudad que siempre fue bien presentada, como es el caso de Bahía de Caráquez, en donde un sitio emblemático, como lo ha sido la plazoleta Sucre, frente a la iglesia parroquial de la Virgen de la Merced,  patrona de la ciudad, presenta un espectáculo denigrante por la manera como está siendo acampado, sin ningún control de las autoridades correspondientes. 

Es por ello que se nos ha pedido que a través de esta columna se exija la intervención municipal, para que por lo menos se cambien esas carpas inapropiadas y se dé una mejor labor de apoyo y control a ese sector de la ciudadanía que mucho perdió y que requiere una mayor atención.

Hágaselo ya e inviértase allí parte de los recursos que deben ser canalizados ante la mirada de todos y con la claridad del caso, porque el tiempo pasa y nuestra gente no debe seguir pernoctando en la forma como obligadamente se lo viene haciendo.

Si bien es cierto que el proyecto de reconstrucción no viene marchando como debería, no es menos cierto que los gastos son fuertes y con dedicatoria, sin que hasta el momento haya un informe claro y preciso sobre esos gastos, como es el caso de esos famosos 120 millones de dólares que aún están en dudas de un conveniente desvío a otro tipo de gasto fiscal.

El accionar de la Junta Cívica de Seguimiento de Reconstrucción, que se viene reuniendo en asamblea provincial en Portoviejo, debe tener el apoyo general de instituciones y ciudadanía, porque esa reconstrucción tan necesaria debe ejecutársela con transparencia y eficiencia.

Por ello llama la atención la ausencia a esas reuniones  de legisladores y alcaldes manabitas.

Sígase adelante con estos necesarios controles e insístase en la conveniencia del cambio de la entidad que ejecuta, la misma que debe ser autónoma. 

Que la reconstrucción de Manabí esté en manos de los manabitas, porque los manabitas somos capaces y suficientes.