Nadie proclama como prioritario su desarrollo pleno, a pesar de haber sido desconocida en los últimos diez años, a la  que hemos denominado la década agrícola de papel, porque han sido sólo planes, proyectos, presentaciones electrónicas, fórmulas ilusorias de crecimiento, que quedaron en voluminosos y artísticos libros pero que en la práctica no han significado nada concreto.

Hemos expresado antes y lo insistimos ahora: requerimos un presidente, hombre o mujer, con alma agrícola, no porque necesariamente haya nacido en el campo o sea agricultor o agrónomo, sino que tenga conciencia y convencimiento de su trascendencia.

Que al asumir el poder disponga se corrijan las erróneas cifras que las cuentas nacionales le otorgan, desvalorizando su significado al repetir que el aporte del sector al producto interno bruto, PIB, es sólo el 8 o 9% cuando, si se agrega la agroindustria y los servicios vinculados con los cultivos, ganadería, acuacultura y pesca, que integran el espectro agroalimentario, tal contribución se eleva a más del 20%.

Aquello le da el protagonismo que ahora se le desconoce.

Esta necesaria revalorización es fundamental, porque de ello depende que los líderes que asumirán el poder próximamente, le reconozcan lo que corresponde en las asignaciones  públicas, que van en función del porcentaje del PIB. Igual consideración habría que realizar para la escasa o nula aportación que ha recibido la investigación agrícola, muy distante del promedio latinoamericano, pues no llega ni al 0.5% del PIB, cuando debería ser por lo menos el 1.5%.

En cambio observan los países vecinos, Perú y Colombia, que han dado gran preeminencia a dicha actividad, así como al desarrollo e innovación tecnológica del campo, ahora constituidos en  competidores en los mercados tradicionales de productos ecuatorianos.

Aun así, no perdemos la esperanza que, con nuevo gobierno y representantes a la Asamblea, se logre articular y ejecutar políticas de auténtico beneficio al agro, por lo que seguiremos esperando  los planteamientos, que aún no asoman.

Que hagan énfasis, además, en los aspectos de mitigación y adaptación al cambio climático, que azota nuestras vidas, desconociéndose  medidas concretas para enfrentarlo. 

Estamos quedando rezagados mientras otros nos superan.