El hombre, asesinado por la Policía, posiblemente vivió convencido de que actos como el último de su vida lo conducirían directo al Paraíso después de su muerte. 

Pero su padre desmintió que no lo llevó a este atentado ninguna idea religiosa sino su odio hacia los homosexuales.

Por ello no dudó en disparar  a todos quienes estaban en ese club de Orlando.

Desde la óptica cristiana y occidental nadie es propietario de la vida de otro ser humano, aunque algunos estados conceden la libertad de terminar con su propia  vida a los  enfermos terminales.

El derecho de una persona diferente a no ser hostigado psicológica ni físicamente es propio de una sociedad civilizada.

Pero hasta allí esta consideración. 

En la actualidad ese extremo de comportamiento e intolerancia ha pasado al otro extremo, el de los desfiles, el del orgullo gay que ha llevado a una cuestionable conducta pues no todas las personas nacen diferentes sino que eligen serlo, a causa de la droga y de una propaganda mundial sobre  la “ libre opción”. 

A las pruebas: alguna de esas jóvenes estrellas americanas reveló que trató de ser gay, pero no pudo. 

Considérese que hay una gran mayoría de personas heterosexuales que también reclaman el derecho a no soportar actos diferentes a vista y paciencia de niños, inclusive, que crecerán confundidos.

El presidente Correa, con su proverbial franqueza para enfrentar problemas y cánceres de nuestro país, dijo claramente que mientras esté en su cargo no permitirá el matrimonio homosexual. 

Se sobreentiende que, menos aún,  la adopción de niños por parte de una pareja del mismo sexo. 

Y si es mucha la exigencia, “lo someteré a consulta popular, que yo sé que el pueblo ecuatoriano lo rechazará”.

 Los hombres deben parecer hombres y las mujeres como tales, ya hasta en el gabinete ha habido representantes de esa comunidad, dijo alguna vez, ratificando su posición cristiana que solo admite el concepto de matrimonio tratándose de la unión de un hombre y una mujer, como lo dice la Biblia.