Su propietario afirma que están vendiendo “el 20 por ciento de lo que se vendía en el centro”, pero ya está listo para ampliar la construcción donde, en la planta baja, también funciona el restaurante El Banderazo, de su hija Daniela.

Recuerda que el día del terremoto estaban atendiendo como de costumbre con diez empleados en el local que alquilaba. No sufrió saqueos, pero por los daños en el edificio perdió un 30 por ciento de la mercadería y la mitad del menaje de su casa, afirma. Se quedó con tres empleadas y espera que cuando la situación mejore retornen los otros colaboradores.

Emprendimiento. Con su esposa Fanny Campoverde y su familia puso manos a la obra para adecuar el local donde atienden desde hace un mes con ofertas para atraer clientes.

Balcázar señala que en dos o tres meses inaugurará la ampliación de su local, aunque, insistió, espera que se den las condiciones para invertir, como créditos blandos y a largo plazo en las instituciones financieras. “La crisis se venía sintiendo, no teníamos ahorros y de paso se dio el terremoto, entonces necesitamos facilidades”. Señala que cuando se den las condiciones regresará a la calle Ricaurte. “Claro que vamos a volver, Portoviejo lo necesita y no podemos quedarnos de brazos cruzados”, afirma.