En Portoviejo mucho tiempo atrás sus moradores tenían la idea de obtener un aeropuerto que cubra sus necesidades y se creó el aeropuerto los Reales Tamarindos, asentado distante de aquel Portoviejo; pero al pasar los años la ciudad lo fue abrazando y llegó la idea de trasladarlo a nuestra bella Crucita. Se pensó mucho y nunca pasó del grado de un pensamiento.
Yo me pregunto, ¿qué ciudad que quiere despegar hacia el futuro desearía no tener un aeropuerto? Las circunstancias de la vida nos hacen ver mucho más allá y nos toca hablar como hablaban los abuelos: “nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde”.
Manabí era pionero en aeropuertos, en el cantón Paján existía uno, otros en San Vicente, Pedernales y el Reales Tamarindos en Portoviejo. Una desgracia nos quita la venda de los ojos, ¿cómo es posible que no tengamos aeropuerto? Si el de Manta, como lo llaman los mantenses, hubiera quedado inhabilitado por el terremoto, ¿cómo se hubiera llegado rápido a Manabí en una desgracia como esta?
Cuentan que muchas vidas se hubiesen salvado si Manabí hubiese tenido más aeropuertos listos como el de Los Perales de San Vicente y el Reales Tamarindos de Portoviejo, cuyas pistas están buenas. Todavía estamos a tiempo, no permitamos un desmembramiento más; luchemos, gritemos para que reabran nuestros aeropuertos que hoy más que nunca nos hacen falta.