“Ese día decidí recoger mis cosas más temprano por el partido”, cuenta Arturo, quien vive en la parroquia Picoazá. Eso evitó que se encontrara en el centro al momento del terremoto. 

Actualmente. Precisamente frente al mercado de Picoazá es donde se ubica ahora para laborar. “Yo trabajaba vendiendo controles de televisores y otros artículos electrónicos. Pasaba dando vueltas alrededor del centro comercial con una carreta, pero ahora todo cambió”, dice.

Eso es cierto, pues ahora ya no usa su carrito para dar vueltas y buscar clientes. En la actualidad tiene una carpa, en la que además de vender productos tecnológicos, tiene mochilas y otros artículos.

“Luego del sismo tuve que venirme a vender acá. Gracias a Dios mis cosas las había traído a guardar a la casa, así que no perdí mercadería”, señala.

Para diversificar su negocio, Arturo tuvo que acudir a un crédito que logró hacer con la ayuda de su cuñada. “La hermana de mi esposa me ayudó haciéndome un crédito y con eso compré más mercadería. También me han ayudado los distribuidores, me dejan las cosas a crédito y se las voy pagando a medida que las voy vendiendo”, indica.

Además destaca que las ventas en la parroquia Picoazá han tenido buena aceptación. “Creo que no nos podemos quejar. Realmente sí se está vendiendo”, explica Laz.

Comerciantes como Laz aseguran que no hay ayuda oficial ni de bancos para obtener créditos y volver a salir adelante.