El día del desvastador terremoto, Pincay perdió a “a ocho personas que amaba con todo corazón: mi esposa, mi hija de 10 años de edad, mi suegra, mi cuñada con su hijo y mi concuñada con sus dos hijos, aún no puedo entender esa pérdida de mis seres queridos”, dijo. 

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Aquel día, los familiares de Pincay habían ido a una fiesta en la urbanización Vivir Bien, ubicada en la calle 5 de Junio de Portoviejo. Mientras que él y su hijo de 12 años de edad prefirieron quedarse en la casa.

En el evento social, todo fue diversión para sus familiares, quienes muy sonrientes se tomaron una última fotografía, para luego morir en el interior de su carro que quedó atrapado bajos escombros del desaparecido edificio del IESS, en el centro de Portoviejo. 

La historia de dolor de Pincay se repite en varias familias manabitas, las cuales luchan por sobrellevar su tragedia y llevantarse nuevamente.