A raíz del terremoto del 16 de abril, así como de otros eventos recurrentes tales como las inundaciones y las sequías, muchas voces se han referido a la conveniencia de que se establezcan grupos que enfoquen su accionar en la prevención y la disminución de los efectos adversos que pudieran ocasionar los fenómenos naturales.

Podrían ser voluntarios convenientemente preparados para brindar su contingente en situaciones de esta índole.

En Manabí, voluntariados como los de la Cruz Roja, la extinta Defensa Civil y otras organizaciones ayudaron por décadas a la mitigación de desastres. Además, participaron en simulacros y jornadas de capacitación en establecimientos educativos y comunidades.

Sería de que las instituciones analicen la posibilidad de que se retome este trabajo, desde luego, con las previsiones que una tarea como esta requiere.

No olvidemos que por su ubicación geográfica la provincia de Manabí está expuesta a fenómenos naturales que podrían volverse catastróficos si la población no está adecuadamente preparada.