“Estaba viendo la televisión con mi hijo cuando empezó a moverse todo. Las paredes se caían”, relata.

Ella recuerda que en su intento desesperado por salir se encontró con una gran sorpresa, pues la puerta de su casa se había atascado.

“En ese instante tomé a mi hijo de la mano y nos metimos debajo de una mesa plástica. Lo abracé hasta cuando pasó el sismo”, cuenta Isabel Mero.

Pero para esta mujer la pesadilla no terminó en ese momento, puesto que algunos ladrillos fracturaron su tobillo. A este problema se sumó también la fuga del tanque de gas de la cocina. 

“Mis piernas estaban atrapadas en los escombros, pero agarré fuerza para salir. Me arrastré por el piso hasta salir de la casa, donde los vecinos me socorrieron, mientras que otros ingresaron para sacar el tanque de gas, antes que la desgracia hubiese sido peor ”, expresa Mero.

SOBREVIVIENTES. Este momento fatídico se repite en cientos de personas, unas que con fortuna lograron salvarse y otras no.

A Pedro Pinoargote este suceso marcó su memoria. Él se movilizaba junto a su hijo en una tricimoto sobre la calle 1 de Enero en el momento del terremoto. 

“Como todos los días iba a recoger a mi hijo de su trabajo para irnos a la casa. El movimiento de la tierra era tan fuerte que me obligó a parar”, dice el hombre de 53 años.

Pedro señala que de milagro está para contarlo, ya que parte de una pared de un edificio que colapsó cayó sobre el timón de la tricimoto.

“Me lancé al piso y abracé a mi hijo de los nervios lloraba al saber que después de aquel momento de terror estábamos vivos”, dice Pinoargote.

Noheli Bravo dice que cuando logró salir de la segunda planta de un edificio de tres pisos que colapsó, fue como una luz al final del camino, porque sobrevivió.

“Estaba en mi cuarto y me alistaba para ir a la misa de las 19h00 de la Catedral, cuando intenté bajar vi que las paredes se caían y regresé”, expresa Bravo de 16 años.

Agrega que cuando logró salir de la edificación abrazó inmediatamente a su madre y hermanas en medio del llanto y angustia.