Nadie podrá borrar de sus órganos sensoriales lo sucedido aquel fatídico día, cuando la madre tierra nos puso a temblar; esta triste realidad convertida en la mayor prueba de adversidad que tenemos los ecuatorianos en general, manabitas, esmeraldeños en particular; y en especial los hermanos de Pedernales, Portoviejo, Manta, Canoa, Bahía de Caraquez, Rocafuerte, Muisne, Chamanga, Jama y de otros lugares del país que han fallecido, dejando hijos/as, familiares y amigos, sumidos en el dolor y la melancolía de su ausencia.
Pero a los que aún seguimos con vida, nos queda la enorme tarea de levantarnos para poder recuperarnos en lo humano, en bienes y materiales perdidos, para continuar luchando por conservar la especie humana que cada día se está viendo afectada por catástrofes naturales y guerras, que amenazan su extinción. Aquello viene dando impulso a la actualización de muchas teorías, desde el orden religioso, económico, político, social, donde usted, yo, y millones de personas en el mundo tenemos la obligación de conocerlas en sus fundamentos básicos para poderlas entender de acuerdo a cada uno de nuestros principios formativos y religiosos, para decidir cuál es el camino o ruta que debemos asumir hasta el fin de nuestros días.