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ABRIL 16

Nadie podrá borrar de sus órganos sensoriales lo sucedido aquel fatídico día, cuando la madre tierra nos puso a temblar; esta triste realidad convertida en la mayor prueba de adversidad que tenemos los ecuatorianos en general, manabitas, esmeraldeños en particular; y en especial los hermanos de Pedernales, Portoviejo, Manta, Canoa, Bahía de Caraquez, Rocafuerte, Muisne, Chamanga, Jama y de otros lugares del país que han fallecido, dejando hijos/as, familiares y amigos, sumidos en el dolor y la melancolía de su ausencia.

Jueves 28 Abril 2016 | 04:00

Pero a los que aún seguimos con vida, nos queda la enorme tarea de levantarnos para poder recuperarnos en lo humano, en bienes y materiales perdidos, para continuar luchando por conservar la especie humana que cada día se está viendo afectada por catástrofes naturales y guerras,  que amenazan su extinción. Aquello viene dando impulso a la actualización de muchas teorías, desde el orden religioso, económico, político, social, donde usted, yo, y millones de personas en el mundo tenemos la obligación de conocerlas en sus fundamentos básicos para poderlas entender de acuerdo a cada uno de nuestros principios formativos y religiosos, para decidir cuál es el camino o ruta que debemos asumir hasta el fin de nuestros días.

Es el momento ideal para sacar a relucir todos los conocimientos adquiridos, así como la experiencia alcanzada en los años vividos y sin mezquindad, odio, o rencor contra alguien, gobernante o no, aportar a los organismos públicos, llámese como se llame, privado o estatal, para que los únicos beneficiarios sean los directa e indirectamente afectados. Y en el caso de las ciudades destruidas, sean construidas y reparadas con las exigencias máximas que los técnicos de la construcción estimen convenientes, según los protocolos existentes; y estar vigilantes de que los GAD, a través de los departamentos técnicos, sean fieles cumplidores de estas normas, dejando a un lado posibles compadrazgos y afinidades, para dar permisos de construcción a los incumplidores de las normas.
De esta dura lección todos debemos aprender, aunque es verdad que contra la fuerza de la naturaleza nadie puede, pero si se debe a futuro tomar todas las medidas preventivas que garanticen vivir en ciudades altamente seguras, con autoridades municipales entre otras, que ofrezcan servicios básicos de mediana y alta calidad y seguridad. Sólo así, podríamos preciarnos de vivir en un Manabí en vías de desarrollo y no en la desorganización en que estábamos, en la que nadie quería asumir el riesgo de poner orden en el desorden habitacional y edificaciones por temor a perder votos para próximas elecciones. Es decir, siempre predominando el interés individual sobre el colectivo y atentando contra la vida de hombres y mujeres amantes de esta tierra hermosa de mis sueños donde vi la luz primera, y donde ahora está ardiendo una inmensa hoguera de solidaridad para tener la ciudad que nos merecemos.
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