Son nueve integrantes de la Policía Nacional de Ecuador los que han estado por algún tiempo integrando una organización que se beneficiaba del ilícito, ejecutando una labor contraria a las encargadas oficialmente.
Y de mucha más preocupación cuando un oficial superior, con grado de teniente coronel, formaba filas, junto con un suboficial, sargentos, cabos y policías rasos, en la conspiración criminal para lucrarse en perjuicio del Estado.
El operativo de captura, final de un proceso de investigación, deja con sabor amargo a la institución policial, que continúa un proceso de autodepuración para limpiar de malos elementos su organización.
Una labor encomiable, dura pero necesaria para que la ciudadanía y el mismo gobierno acentúen su confianza en la entidad, cuyos principios básicos constituyen la esencia de la seguridad y la supervivencia de la sociedad civil.