“Hasta mi familia me pedía que aguante por mis hijos y yo pensaba que no podía salir adelante sola”, cuenta Lucrecia. 

La relación de poder marido-mujer se puso de manifiesto desde el principio. Él era infiel y le gustaba divertirse. Ella le reclamaba y el hombre respondía furioso, diciéndole que la mujer estaba para atender al marido. A los dos años la hirió con un machete en la espalda. La violencia física, verbal y psicológica continuó. Abrió un comedor en su comunidad, en El Dique de Membrillo, en Calceta, con el que mantenía a la familia, incluido su conviviente, “que me quitaba el dinero”.

El fatídico día estaba reprendiendo a su hijo por las malas calificaciones escolares y el hombre le reclamó. Fue la gota que derramó el vaso. Ella le dijo que se fuera, que no aguantaba más, y él le cayó a machetazos. Trece cortes en la cabeza y sus brazos, con los que intentó defenderse y protegerse, son la prueba del brutal ataque que ocurrió frente a sus hijos y a una hermana del agresor. Estuvo dos meses internada en el hospital. Sus padres denunciaron el caso, que está en juicio. Pero lo peor no ha pasado. Le dijeron que su exconviviente murió y le mostraron fotos en un ataúd. “Pero nadie de mi familia lo vio, no sé si siga vivo y quiero tener claras las cosas para seguir mi vida tranquila”, señala.

Ya no llora porque “hay que seguir adelante y si una tiene un sueño, una meta, tiene que luchar por ella”, señala.  

Está en segundo año de bachillerato a distancia y espera que se haga justicia mientras pide una oportunidad de trabajo, que le ha sido negado en innumerables ocasiones porque sus brazos y manos perdieron fuerzas. “Puedo hacer muchas cosas, sólo quiero una oportunidad”, dice.

 

>APOYO. Lucrecia es una de las víctimas de violencia intrafamiliar que recibe apoyo psicológico y legal en la Fundación Nuevos Horizontes, con oficinas en Portoviejo y Chone, donde el año anterior conocieron 4.265 casos de violencia intrafamiliar y en el primer semestre de este año ya van 2.102 casos, aunque no todos llegan a la instancia judicial.

La directora ejecutiva, Miriam Loor de Moya, señala que año a año van aumentando los casos porque las mujeres conocen sus derechos y los de sus familias para que no sean violentados, por lo que aunque hay grandes avances, también hay nudos críticos.

Recalca que para erradicar la violencia intrafamiliar se necesita cambiar los patrones culturales desde la educación no formal, donde nacen las desigualdades que llevan a la violencia contra la mujer. 

 

>CIFRAS. Rafael Saltos, delegado del Consejo Nacional de la Judicatura (CNJ) de Manabí, habla con cifras. 

De enero a septiembre de este año han ingresado 3.427 causas por violencia intrafamiliar, de las cuales han sido resueltas 3.624.

Un muestreo realizado por los equipos técnicos para tener variables, sobre 1.500 casos de los 3.427 ingresados, muestra que Manta es el cantón con más casos (ver cuadro), seguido de Portoviejo, Chone y Jipijapa. 

Saltos añade que si bien el COIP contempla sanciones más severas, el problema tiene que ver con un cambio de cultura por las relaciones de poder de género. “Toca hacer un trabajo continuo no solo desde la sanción al contraventor sino ir más allá, romper ese círculo de violencia que existe en la sociedad. Es fundamental que todos participemos del proceso de cambios e ir comprendiendo para no mirar a la mujer como un objeto, sino como un sujeto que tiene derechos”, añade el titular del CNJ.