Ahora, en sus tiempos libres practica el baloncesto en silla de ruedas.

Cuenta que cuando tenía 20 años de edad sufrió un accidente en una discoteca, en la que él era el administrador, en Cali, Colombia, país donde el nació.

Jimmy cayó de un taburete. En esos instantes sintió que se le terminó su vida,  su carrera. Nunca pudo recuperar la movilidad de sus piernas.

Pero con la ayuda de familiares y amigos, pudo continuar con su vida y trabajar en lo que podía.

Hace 12 años Jimmy llegó a vivir a Santo Domingo, desde su natal Cali.

En tierra tsáchila conoció a varias personas con parálisis que practicaban básquet, como son los integrantes del club Sin Paro por lo que empezó a dedicarse de lleno a esta disciplina. 

Pero él se sentía conectado con el atletismo y decidió practicarlo para participar en un Campeonato Nacional Paralímpico en la ciudad de Esmeraldas.

“La primera vez me concentré en mis entrenamientos, con dedicación y obtuve medalla de oro en lanzamiento de bala. Pero la segunda participación, no tuve el mismo ánimo, porque nadie me apoyó”, refirió.

Recalcó que ninguna entidad lo apoyó y que él pudo haber sido el mejor deportista paralímpico de la provincia en esta disciplina. 

“Necesitaba sobrevivir, pagar arriendo, comer con mi familia, pero eso les quedó grande a muchos. Es por eso que me he dedicado a otras cosas”, asumió.

La necesidad lo obligó a innovarse en algún negocio, por lo que ahora se dedica a pintar y reparar zapatos, bolsos, correas, carteras, dejándolos como nuevos.

Todos los días, desde las 07h00 se lo encuentra bajos de la Casa Municipal, en el parque Zaracay. 

Allí lo acompaña su esposa Lucely Castaño, quien lustra zapatos. 

Para su labor, trae una pintura especial desde Colombia, “imposible de que se salga o deteriore en el calzado”, dijo.