Demostrando lógica e inteligencia, el Ejecutivo ha concebido esta Ley con ventajas tributarias y prediales, incluyendo la exoneración del impuesto a la salida de divisas, una de las causantes de las muy bajas inversiones privadas-extranjeras en este Gobierno. Una cola de interesados con más de 2 mil millones de dólares para inversiones se anunció desde antes de conocerse el proyecto de Ley, en el que añadieron, para Guayas, la ratificación de un impuesto que se dice está derogado, lo que levantó suspicacias en el sector, esperándose que en la Asamblea, donde la están tratando, se armonicen los criterios.
Hasta aquí todo bien por los beneficios de esta nueva forma de hacer futuro con realizaciones que dinamizarán la actual decaída economía ecuatoriana; solo que, como nada es perfecto, en ámbitos gubernamentales se aprovecha esta inminente Ley para promover obras en el inexistente puerto de Posorja, Guayas, y para mejoramientos del de Puerto Bolívar, en El Oro, brillando por su ausencia algo para el Puerto Internacional de Aguas Profundas y de Transferencias ofrecido construir ampliando el actual Puerto de Manta; por lo que, aprovechando aún la efervescencia de unidad manabita de La Manga del Cura, los comprovincianos que son parte del Ejecutivo, como la ministra Cely y la gobernadora Dueñas, al igual que las autoridades que nosotros -el pueblo- elegimos para servir a los intereses de Manabí: asambleístas, prefecto y alcaldes, en especial el de Manta, todos deberíamos tomar cartas sobre este asunto del puerto y los otros tópicos de la nueva Ley que sin duda será aprobada en la Asamblea, para aprovecharla en la ejecución de todos los ofrecimientos del Estado, a fin de que Manabí sea lo que ellos nos han convencido, la “provincia del milenio”.