Aquello termina con una vida institucional cuasi autónoma de los departamentos contra incendios, que desde su creación dependen, en su mayor parte, de la autogestión por la pírrica asignación fiscal.
Siempre minimizados, contrariamente los bomberos han sido los héroes permanentes, prácticos en su accionar y voluntarios en su entrega constante en el cumplimiento de su deber autoasumido, pues son parte de esa legión del sacrificio que sigue siendo subestimada permanentemente, incluso cuando están en su gloriosa labor de enfrentar a ese inefable enemigo de bienes y vidas, llamado fuego.
Centenarios, algunos; menos adultos, otros, todos los cuerpos de bomberos por igual cumplen la misma labor, porque es el mismo enemigo a combatir. Sin embargo, hay diferencias... y tremendas.
La influencia política, el poder económico, la cercanía al gobierno, el centralismo -y su similar el “bi”- que concentra voluntades y decisiones han marcado diferencias que ratifican la ceguera estatal, incorrecta, lamentable y peligrosa política aplicada en la distribución de recursos.
Por eso, ante nuestro desagrado, hay cuerpos de bomberos que pueden exhibir su grandeza, pero también los hay con una gama de pobreza en la que se incuban riesgos que empujan a la desgracia, especialmente cuando el descontrol y la irresponsabilidad hacen que la trilogía oxígeno, material y fuego tomen su forma ígnea -llamada candela- para arrasar todo lo que está a su alcance, sin compasión ni diferencia alguna. Y es entonces cuando todos acuden a los bomberos, exigiéndoles protección y seguridad. Y es entonces cuando todos despotrican por la realidad, rompiéndose la cuerda por el punto más delgado: los tragahumos.
Ahora, aquellos portadores de la insignia roja del valor pasarán a depender de los gobiernos llamados pomposamente autónomos y descentralizados, en los que radicará pronto la responsabilidad completa de combatir los siniestros como los incendios, no controlables a base de discursos, ordenanzas, caprichos o soberbia.
Ayer se recordó la fecha clásica del bombero y, expresando nuestro profundo respeto y admiración por ellos, anhelamos que aquel cambio de administrador sea también de suerte que empiece a tinturarlos de justicia.