La alegría que inundó al país la noche del jueves, expresada en cada gol marcado - y festejada con alborozo luego de culminado el cotejo -, constituye expresión de aspiraciones de otras victorias que abonen al paso de nuestro equipo a su cuarto Mundial.

Es el inicio. Y desde ya se estructura aquella unidad energética que se requiere para impulsar moral y espiritualmente a nuestros seleccionados en sus próximos encuentros, como el que se desarrollará en Quito, este martes 13, cuando nuevamente el país concentre sus energías mentales en un solo objetivo: derrotar ahora al representativo de Bolivia.

Sin embargo, necesario es tomar los ejemplos del pasado para evitar errores que trastoquen  las buenas intenciones, dejando que los técnicos sean quienes cumplan sus deberes y se corten influencias externas que intenten imponer planteamientos tácticos para mover el tablero estratégico a su antojo.

Entonces, ganar a los del altiplano es la siguiente meta; y Ecuador desde ya debe constituirse en un solo corazón para bombear de vitalidad a sus representantes en pos de su segunda victoria.