Actualizado hace: 938 días 14 horas 26 minutos
Pedro Mirigliano
Soledad de clase media

Es Nochebuena, el protagonista de esta historia, al que llamaremos Dogman, está solo. Y esperando... pero nadie acude a su puerta, como la mayoría de los días, pero hoy no es un día más, es Nochebuena y ya cansado de tantos días en soledad ha tocado pito, quiero decir que ha anunciado que no tiene compromisos y que ha invitado a unos amigos a compartir la noche, una de las dos más traumáticas del año.

Domingo 20 Mayo 2007 | 22:15

Pasan las horas y esos amigos no vienen, tal vez atenazados por el temor a pasarla bien, imposibilitados de abrirse al mundo por la coraza protectora de la autosuficiencia que no permite sentir nada, sobre todo la soledad, anestesiando el sufrimiento. Pobres, no saben sentir, porque aunque sea dolor es estar vivo y además puede aparecer otro sentimiento, más rico, y vislumbrar la posibilidad de ser feliz. Dogman está solo por haber apostado mal sus fichas en la ruleta de los afectos, salvo las dedicadas a los animales; y hoy, en un día tan especial, son los que devuelven con creces lo apostado. Sus perros están allí, acompañando, devolviendo una mirada alegre, agradecida, a las incomprendidas muestras de cariño extra recibidas. Esos mismos animales que todos aquellos que hoy no vinieron critican y censuran son los encargados, lamentablemente los únicos encargados, de darle vida a esta Nochebuena tan especial para Dogman. De todos los amigos de Dogman que respetan su tendencia a estar solo, por ejemplo Roberto o Ariadna, personas más profundas que la mayoría, solo se dio cuenta que él no quería estar solo con una amiga que la mayoría tilda de superficial. Que imposibilitada de acompañar a su amigo, lloró, aún sin lágrimas visibles, su impotencia por lo que vendría. Es para ella el mejor de los pensamientos en esta noche cargada de oscuridad. ¿Por qué Dogman está solo? Se preguntará usted: Porque siempre intentó la carambola a tres bandas, la más difícil. Cuando todos aceptaban una verdad impuesta, él preguntaba por qué, cuando todos aceptaban una realidad una realidad inalcanzable y chiquitita él buscaba nuevos horizontes y muchos lo envidiaban por volar tan alto. Y así alcanzó amores y éxitos y conoció otras latitudes pero como todo eso tampoco le importaba no le dio trascendencia y cuando por circunstancias volvió al barrio, muchos se alegraron, no por su vuelta, sino por lo que consideraban su caída. Nunca tuvieron en cuenta que estaba más allá de sus propios sueños ilusorios. Usted dirá que hay gente más sola y más pobre que nuestro protagonista. Es verdad, pero también es soledad la que padece Dogman por más explicaciones y justificaciones que intente. Quiera o no, Nochebuena es un sentimiento y no un pensamiento. No es teoría, la teoría de los que siempre estuvieron acompañados o que olvidaron el no estarlo. Es una necesidad de estar con otro, aún después de haber pasado cumpleaños, fines de año, cambios sociales, triunfos personales, solo, lejos, sin interlocutores válidos y aceptarlo, sin reproches ni saldos pendientes. Bien ¿Ese es el precio? Dogman lo paga.
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