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La Manga del Cura, un paraíso hídrico

Si con algo se puede comparar al agua que alberga La Manga del Cura es al tanque elevado de reserva de algún edificio.

Domingo 20 Septiembre 2015 | 11:23

Si se mira con cuidado el mapa y sus conexiones hídricas se entiende el porqué: tomando como referencia el embalse de Poza Honda, se lo ve en el mapa como una minúscula mancha que se conecta con una mayor, la represa La Esperanza.

Y esta a su vez se une a un gran espejo de agua lleno de ramales y que supera por mucho a las dos anteriores: el embalse Daule-Peripa.
Es justamente ese enorme espejo de agua que cubre prácticamente todo el sur y centro de La Manga del Cura, que el próximo domingo define su pertenencia en las urnas.
Limberg Macías es parte de la consultora Acolit y con ella ha estado vinculado a los proyectos hídricos desde inicios de este siglo.
Además de hacer una férrea defensa del manabitismo, este técnico explica las razones de ingeniería por las que la zona es tan crítica.
“Daule Peripa es 60 veces más grande que Poza Honda y mediante el sistema de trasvases las tres represas están conectadas, pero su proyección está hecha para el 2020, luego de eso hay qué ver sigue”, señala.
Macías considera que desde el lado de Guayas nunca se tomaron acciones para remediar o compensar las inundaciones que se provocaron en la zona.
Uso. Sin embargo, por la misma lógica de lo que se ha proyectado desde Manabí, sí se ha sabido usar el recurso de forma productiva.
“A futuro hay que pensar en nuevos proyectos de riego de aseguramiento del agua”, expresa.
El agua es una especie de contradicción en la zona. Para la movilidad es uno de los mayores enemigos pues casi la mitad de La Manga del Cura parece una isla rodeada por los ríos inundados y su embalse.
Vinicio Sabando, quien tiene hace 28 años una propiedad en el sitio Santa Teresa, cuenta que todo se complica porque deben movilizarse con gabarras.
“Si hay una emergencia la gente de la zona debe buscar canoas y ver cómo salen”, dice.
En otro ámbito, aunque el agua es una de las responsables de la riqueza productiva de la zona, las poblaciones no tienen más que precarios sistemas de distribución de agua en pozo.
En la población más grande, El Paraíso-La 14, sus habitantes se abastecen por tres formas principales: un sistema de agua entubada que se nutre de agua subterránea, pozos hechos en sus viviendas, o tanqueros.
El sistema más antiguo de dotación de agua abastece al 60 por ciento de la población, calcula Wilson Alarcón, presidente de la Junta de Agua de El Paraíso-La 14.
Él recuerda que fue hecho hace más de 30 años por el entonces Centro de Rehabilitación de Manabí (CRM).
Ahora lo administran de forma directa con apoyo de varias entidades y cobra cuatro dólares a los usuarios.
Hace ocho meses entró a funcionar un nuevo sistema promovido por la Prefectura de Guayas, pero su cobertura llega al 30 por ciento, calcula Alarcón.
También esperan que muy pronto entre en funcionamiento el nuevo pozo construido por Manabí.
El dirigente resalta que ya es hora de contar con un verdadero sistema de agua potable que dé un servicio seguro a la población.
Alerta. Fernando Cantos, ingeniero civil radicado hace una década en El Paraíso-La 14, señala que uno de los problemas graves que hay es que quienes se abastecen de sus propios pozos tienen también pozos sépticos para desechar los residuos. Como en toda la zona no hay alcantarillado, él considera que existe un grave peligro para la población ya que no hay un agua segura y es muy posible la contaminación de las aguas subterráneas.
Algo similar cree Sigifredo Hernández, quien hace mucho más evidente la contradicción que viven en la zona: “Mire, aquí hay agua por todos lados, menos agua segura para todos los que vivimos aquí”, comenta.
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