Es la chica con la que todos sueñan: Veinte años, hermosa, dulce y divertida, cual princesa de Disney, pero pocos saben su condición de mujer fatal.
Ella no quiere perder tiempo porque no hay crema eficaz contra las arrugas, además de mucha competencia a la vista. La veinteañera está en busca de su hombre perfecto. La lista es corta.
El escogido debe ser soltero, divorciado o viudo, menos casado, porque al final te quedas “sin pan ni pedazo”. Otra condición y la más importante es que sea rico, pero no cualquier rico. No quiere un tacaño que acumule para el más allá, desea una pareja que la consienta en todo. La edad no importa, hasta 50 está bien, si tiene más, bienvenido siempre y cuando se compense con más dinero.
En Facebook revisa el perfil de las posibles víctimas y también frecuenta los lugares donde van los acaudalados de las ciudad. Allí la princesita se saca su vestuario y se pasea con aires de diva. Hubo tres víctimas a los que se les caían las babas por ella. Escogió al mejor partido: 35 años, soltero y guapo.
Todo iba a pedir de boca hasta que se lo llevaron preso por narcotráfico. Un resbalón no es caída para ella, todavía hay dos más en carpeta.