Actualizado hace: 938 días 6 horas 31 minutos
Douglas Vaca Vera
¡Manuela… ayer y hoy!

Martes 01 Septiembre 2015 | 04:00

Manuela es la nueva historia romántica, que ha empezado a recorrer el país. Paradojas y sorpresas de la vida. El movimiento de protesta ciudadana, iniciado el pasado 13 de agosto, ha generado una leyenda de amor, que los cineastas manabitas ya están gestionando, la exclusiva para los derechos de autor. Es que las historias de las dos Manuelas tienen cierta similitud, guardando y respetando las distancias históricas.

Manuela Sáenz Yturburu, la guapa y heróica quiteña (1797 - 1856), “la libertadora del Libertador”, ecuatoriana y latinoamericana, también tuvo momentos difíciles, prisiones y destierros, por ser consecuente con los ideales de Bolívar. Manuela Picq Lavinas, francesa, brasilera, europea y latinoamericana, mujer culta y hermosa, es la noticia del momento, por haber sido detenida y apresada por tres días, por ser la compañera sentimental de un ecuatoriano, desconocido todavía por los manabitas; un mestizo como todos nosotros, alto y moreno, dirigente principal del movimiento Social, Ecuarunari, con apellidos: pelucón e indígena, Carlos Pérez Guartambel.
Y cuáles son los parecidos entre las dos Manuelas? Cuando Bolívar, en 1830, ya derrotado y abandonado por sus propios amigos, tuvo que abandonar Bogotá, cuando le gritaban: “Adiós… longanizo”. Y fue a morir en Santa Marta. Manuela Sáenz quiso regresar a su Patria, Ecuador. Y ocurre lo increíble.
Vicente Rocafuerte, presidente del país en ese entonces, le negó la entrada a Manuela, por venganzas políticas. La valiente Manuela que había luchado en muchas batallas por nuestra independencia; la que con espada y fusil; con uniforme de soldado, la “generalita” que por amor, acompañó a Bolívar en sus más duros momentos… Tuvo que irse al Perú, a un pequeño pueblo costero, Paita, a vivir en gran miseria, hasta morir de una grave epidemia, y su cadáver fue arrojado a una soda común. Esa fue la gran Manuela, cuyas cenizas también pasaron por Manabí, antes de ser llevados a Quito, por iniciativa del Presidente Correa. Pero el gran perdedor fue el Presidente Rocafuerte, porque un hombre de verdad, no puede dar ese trato a una mujer.
Por eso, le decimos al Presidente Correa, no cometa un error semejante, para que el juicio de la historia no le sea negativo. Usted no pudo haber dado la orden de captura a Manuela Picq. Ese fue un desliz de algún esbirro burocratizado. Usted debía acudir al lugar donde estaba detenida, y disponer su libertad. Ese es el Presidente que quiere el Ecuador. 
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