Esta botella ha resistido el paso del tiempo sin que reciba ninguna alteración de fondo sino otras versiones de más volumen de su bebible contenido, pero sin alterarse su original forma, acorde a la capacidad de agarre de la mano humana, conservando el mismo principio que permite que hasta en la oscuridad, al simple tacto, más si es relacionado al universal conocimiento del contenido, se la reconozca de inmediato; y este 2015 cumple 100 años de haber sido diseñada para en 1916 ser introducida al mercado de USA, nación donde logró obtener el carácter de marca registrada en la oficina de patentes de esa nación. En este punto ya deben haber identificado a la botella de Coca-Cola como la icónica y ahora centenaria verdadera obra maestra de la mercadotecnia a la que me estoy refiriendo como algo conocedor de estos menesteres, ya que muy aparte del contenido de ella -la controvertida bebida que por su alta incidencia de azucares afecta a la salud cuando se convierte en adictivo su consumo- este envase aportó a la universalización de esa gaseosa, siendo ésta y su marca, quizás las número uno del planeta; al extremo que se considera invaluable su precio de transacción como tal.