Y es que la revolución ciudadana no es un gobierno de izquierda como se nos ha hecho creer. El presidente ha dicho que jamás en ningún gobierno la banca privada ha tenido ganancias extraordinarias. Eso no puede pasar en un gobierno de izquierda. El sistema de ingreso a la universidad deja fuera a miles de jóvenes cada año. 

Los docentes no han sido capacitados en temas de razonamiento verbal, abstracto, lógica matemática, por lo tanto nadie se ocupa de los alumnos. Esto no sucede en un verdadero gobierno de izquierda donde el acceso es libre preocupándose desde el Estado por la calidad de la educación. Los campesinos están desprotegidos y abandonados a su suerte porque no existe política estatal que les ampare. El presidente no cumplió con entregar tierras, pero advirtió que cuidado por hacer bien vamos a causar mal si es que se llega al reparto de tierras improductivas en manos de la derecha de siempre.

El endeudamiento de nuestro país es casi tres veces más que cuando llegó Rafael Correa al gobierno. Pagamos elevados intereses tal como siempre ha sucedido en gobiernos de derecha que crearon el neoliberalismo que hoy se ha transformado en neodesarrollismo que es lo mismo de siempre con la diferencia que los ajustes económicos no se dan en paquetazos sino en impuestos cada vez más crecientes y para que nadie proteste te brindan asistencialismo, esto es regalar bonos de todo color, kits, uniformes, etc., obras que muchas veces el propio presidente ha dicho que “se les pasó la mano compañeritos”, refiriéndose al costo de las mismas.

Quienes llegaron a ocupar diferentes puestos en el Gobierno desde las altas esferas hasta los mandos medios pasaron de humildad triunfante a soberbia intolerable, porque creen que son los predestinados para gobernar, a pesar de la advertencia del presidente que por sectarios perdieron las elecciones seccionales de 2014. Los enemigos de la revolución ciudadana están enquistados en el gobierno de la revolución ciudadana en los cargos de la administración pública porque una gran mayoría proviene de la derecha. La diversidad es rica y necesaria, porque desde nuestras diferencias se construye un país inclusivo donde convivamos amarillos, azules y rojos en estricta armonía, compartiendo saberes ancestrales, experiencias y conocimientos.