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El bajo precio golpea a los caficultores

Los problemas para el sector cafetalero parecen no tener fin. Los precios no convencen a los caficultores.

Lunes 27 Julio 2015 | 06:00

Ramón Pinargote cuenta que por el año 2000 las plantaciones se empezaron a morir y los precios comenzaron a decaer, por lo que tuvo que migrar a Quito, donde vivió ocho años.

El hombre regresó al recinto Naranjal Central, en la vía Jipijapa-24 de Mayo, con la esperanza de volver a obtener buena cosecha, pero asegura que ya no es rentable.
“Hace unos 30 años uno cogía café que daba gusto hasta por los precios, que incluso uno se daba sus lujos”, comenta.
Pinargote señala que en las tres cuadras de cafetales que posee, este año alcanzará a recolectar unos cinco quintales de café seco, mientras que en el 2014 recolectó doce quintales, los que aún guarda en su casa. “Estoy esperando a que el precio suba o en caso de alguna emergencia”, menciona y confiesa que a pesar de que guardarlo demanda doble trabajo, lo hace como tradición ya que su padre también lo hacía.
PRECIO. Según la Bolsa de Valores del mercado internacional, el café está a 125,05 dólares el quintal (el precio varía), por lo que compradores locales mencionan que lo pagan a 112 dólares para obtener un poco de ganancia, mientras que el café cereza (maduro) lo compran a $ 24,50.
Colón Zavala, quien llegó a vender un quintal desde el recinto San Bartolo, señala que los 25 dólares que le pagaron ya no le alcanzan. “Deberían pagarlo por lo menos a 30 dólares”, dice y explica que de este valor tienen que pagar entre 15 y 20 dólares a la pareja de recolectores.
A esto se suma el pago del machetero que es de 15 dólares por lo que Zavala señala que trabajan casi a pérdida.
La preocupación del campesino aumenta con el anuncio del nuevo reglamento del Ministerio de Trabajo de que cada jornalero debe ganar 21,40 dólares trabajando ocho horas diarias.
“No nos quedaría de otra que dejar perder la producción y dedicarnos a otra cosa”, comenta.
PRECIOS. Marlon Muñiz, comprador de café, señala que los precios son iguales a los del año anterior, cuyo producto empezó a salir en junio a 18 dólares el quintal maduro.
“Ya está casi a 25, el año pasado llegó hasta 35 dólares a finales de agosto”. 
“Cuando empieza la cosecha uno coge seis quintales  con quince libras y sólo le quedan dos quintales secos de los que sale un quintal pilado, pero cuando la pepa está bien madura y la goma está bien seca, de 450 libras al secarlo le quedan los dos quintales, por eso el rendimiento va mejorando”, detalla.
El comerciante afirma que el negocio tampoco resulta muy rentable al igual que décadas atrás, ya que al venderlo a los exportadores su ganancia por cada quintal de café maduro es de un dólar.
Muñiz agrega que en el mes de septiembre empieza a salir solo el café seco, cuyo precio se mantiene de acuerdo a la Bolsa de Valores internacional con la que ellos se rigen. 
“Hace varios años el precio estuvo hasta en 220 dólares pero el precio internacional decayó”, refiere.
Luciano Ponce Vaca, expresidente de la Fenacafe, señala que el problema actual del café no es el precio, ya que el valor internacional es razonable. Asegura que lo que se necesita es incrementar la producción y mejorar los niveles de productividad. 
PROCESAMIENTO. Sin embargo, el precio actual no convence a varios caficultores, quienes han empezado a darle un valor agregado a este producto como el tostado y molido para venderlo ellos mismos.
Héctor Guaranda menciona que en la finca donde trabaja desde hace varios años nació la idea de procesar el café, para lo cual cuentan con máquinas eléctricas para moler y tostar el producto. 
“Aquí se coge la cosecha y se selecciona la pepa buena, lo despulpamos, se lo pone a secar y lo llevamos a pilar para tostarlo y molerlo”, explica Guaranda.
Añade que aún poseen los tres quintales de café pergamino de la cosecha anterior, el cual de a poco están procesando. 
Publio Vázquez, dueño de una finca, explica que luego de su jubilación como docente universitario empezó a investigar por qué el campesino no le daba el valor agregado a sus productos y concluyó que los gastos para adquirir maquinarias es lo que no les permite hacerlo.
“Además el campesino de la Costa es muy distinto al de la Sierra, debería hacerse un estudio de esto”, dice, y añade que el Gobierno debería implementar proyectos y dar las facilidades para que los agricultores adquieran equipos.
Agrega que empezó a cultivar el producto y adquirió la tostadora y la moledora a un bajo precio en la parroquia Calderón.
“Gasté unos cuatro mil dólares, pero estas máquinas en otro lado tienen un costo elevado”, destaca.
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