Actualizado hace: 937 días 17 horas 46 minutos
El arte de tocar las campanas se volvió digital

Cuando César supo que instalarían un sistema automático para tocar las campanas, la primera sensación que tuvo fue de alivio.

Domingo 26 Julio 2015 | 04:00

 Fue hace unos diez años y entonces ya tenía un cuarto de siglo como sacristán en la iglesia La Merced. Ahora ya acumula 35 años en esa actividad y le queda un orgullo de todo el tiempo que hizo los repiques manualmente: nunca falló.

César Briones, de 65 años y más conocido como “Pachaco”, recuerda lo que significaba esa especie de esclavitud a las campanas. Por cada misa se tocan tres veces y se celebraba una ceremonia en la mañana y otra en la noche, aumentando los domingos a cinco eucaristías en el día.
“Diosito siempre me ha ayudado, nunca hubo una enfermedad, un accidente, algo que me hiciera faltar a la hora que debía tocar las campanas”, cuenta agradecido.
Modernización. Esa época ahora son recuerdos. 
“Pachaco” avanza a un cuarto a un costado del altar, y allí entre una serie de dispositivos muestra algo que parece un equipo de sonido. Es el sistema que de forma automática crea los repiques y reemplazó al llamado que se hacía con las viejas y grandes campanas que se halaban con cabos.
Sin embargo la tradición no muere. Cada quincenario previo a las fiestas por la Virgen de la Merced, las dos campanas de ese templo vuelven a sonar entre las 04h30 y las 05h00 para llamar al rosario de la aurora.
En ese momento César vuelve a empuñar los cabos y la fuerza de sus brazos tira de los cabos, que logran tañer las campanas que vuelven a vibrar para llamar a los feligreses que en la madrugada orarán a su patrona.
Exactos. A Daniel Macías todo el mundo lo conoce como Armando. Ese debió ser su nombre, pero un error del Registro Civil impidió que conste en su cédula. Lleva 24 años como sacristán en la catedral Jesús El Buen Pastor y llegó cuando el sistema automático de campanas ya estaba instalado. 
Aunque han pasado más de dos décadas, él mismo se maravilla del sistema que vino de Italia y que tiene una precisión asombrosa. Un sistema de poleas y martillos activados electrónicamente toca difíciles melodías y marca el paso de las horas desde las torres del templo más grande de la ciudad. “El golpe es tan exacto que si el martillo se mueve unos centímetros cambia todo el sonido”, cuenta.
Tradición. Giuseppe Bigotti es un laico italiano de la orden de los capuchinos. En su iglesia aún las tocan de forma manual. Con un cabo cuenta los repiques y les da un ritmo que le viene desde mucho tiempo, cuando desde los siete años aprendió a tocarlas en su pueblo natal.
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