El militar en servicio pasivo asegura que es nieto de Jaime Chávez Ramírez, uno de los estudiantes del colegio San Gabriel de Quito que fue testigo del denominado “Milagro de la Virgen del colegio”, cuando La Dolorosa abrió y cerró los ojos. 

“Estaban reunidos para cenar cuando de pronto mi abuelo levantó la mirada y observó cómo desde el cuadro de la Virgen rodaban lágrimas”, comenta el hombre de 61 años.

Desde aquel entonces Ramiro cree que cuentan con una protección especial. 

“Luego de que a mi abuelo le ocurriera aquello toda mi familia se llenó de fe, somos devotos de La Dolorosa y creemos que estamos bendecidos por ella”, añade.

Indica que la muerte ha tocado dos veces la puerta de su casa, “pero la Virgen siempre ha estado ahí para protegerme”.

Recuerda que hace diez años a su vivienda, ubicada en la cooperativa Santa Martha, ingresó un ladrón y le disparó.  

“El arma se le encasquilló, la Virgen me salvó”, refiere. 

En otra ocasión Ramiro caminaba por la avenida 29 de Mayo cuando de repente apareció un vehículo y su conductor le advirtió que un hombre lo seguía con un puñal. 

“Era de noche, no había nadie por el sector. No es casualidad que el carro apareciera y su chofer me alertara”, expresa Ramiro, quien está convencido que vive gracias a su “guardaespaldas” divino. 

Ramiro, quien a más de ser militar se graduó de médico en la universidad Central, retribuye los favores que le ha concedido la Virgen con ayuda social.

Desde su llegada a Santo Domingo de los Tsáchilas, hace 25 años, el devoto ha brindado atención médica gratuita a los moradores de la cooperativa Santa Martha.

“Nunca he cobrado un centavo a mis pacientes de la cooperativa”, puntualiza el hombre, quien dejó de ejercer la medicina hace varios años para dedicarse a la enseñanza.