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Desastre
“El niño” que dejó dolor y llanto

Yolanda Holguín no puede contener las lágrimas cuando le recuerdan la muerte de su esposo, yerno y sus cuatro hijos.

Domingo 05 Julio 2015 | 03:00

 Fue cuando una avalancha de lodo y agua arrasó con su vivienda la madrugada de 11 de abril de 1998, en la comunidad Las Guaijas del cantón Santa Ana, durante el fenómeno El Niño 97-98.

Inicialmente no quería hablar del tema. Después decide hacer un relato, entre sollozos, de lo acontecido.
Suceso. Yolanda, ahora de 58 años de edad, cuenta que en la casa de caña y madera dormían todos luego de asistir a un velorio. Era Semana Santa y como creyentes la noche anterior le rezaron con devoción a Jesucristo. Señala que serían las tres de la madrugada cuando un ruido ensordecedor y la arremetida de lodo y agua los despertó de improviso. Nadie pudo hacer nada. Todos comenzaron a ser arrastrados por la fuerza de la naturaleza, relata Yolanda, quien vive con una nueva pareja en el centro de Santa Ana.
La bebé. Entre los afectados por el alud estaba una bebé de ocho meses: Érika María, quien en la actualidad tiene 17 años y ya está comprometida.
Según el relato de Yolanda, la niña salió despedida por el aire y su pañal quedó enganchado entre unas cañas, por lo cual no sufrió ningún daño y vive para contarlo.
Érika cataloga su salvación como un milagro de Dios en medio de la tragedia en la que murieron su padre Víctor, su abuelo Perfecto y sus tíos Antonio, Gregorio, Stalin y Cristóbal. 
Quiere ser enfermera profesional, aunque está en la etapa de Nivelación en la Universidad Técnica de Manabí, en la carrera de Economía.
El destino. Mónica, una de las hijas de la unión de Perfecto Cevallos y Yolanda Holguín, recuerda que “el cerro ya les había avisado del peligro inminente”. 
La mujer, de 32 años de edad, señala que un mes antes se escuchaban fuertes ruidos que salían de las entrañas de la tierra, como alertando que algo raro estaba sucediendo. 
Cuenta que de noche los ruidos se escuchaban con mayor claridad y los habitantes de la vivienda sufrían desvelos, especialmente las cinco hijas de Perfecto y Yolanda.
Pero los ruidos sí habían preocupado a Yolanda, quien en repetidas ocasiones le insistió a Perfecto que abandonaran la casa con sus 12 hijos.
El temor se hizo más profundo con lo sucedido días antes en Río Caña, del mismo Santa Ana, donde en un suceso parecido murieron 17 personas.
Una semana antes de la tragedia toda la familia fue a dormir durante 15 días donde unos tíos y regresaban en el día. 
Después, Perfecto ordenó que ya no hagan ese periplo, y se quedaron en casa.
>Huida frustrada. Verónica reseña que tres días antes de la madrugada del 11 de abril, su progenitora decidió tomar a todos sus hijos y caminar hasta Santa Ana tras un fuerte aguacero. 
Estuvieron en Mapasingue, pero el papá los fue a ver y a regañadientes regresaron al hogar.
Verónica desmiente una versión de que ellos bailaron, bebieron y comieron gallina la noche anterior. Asegura que eso sucedió en otra casa del sector.
Otro de los fallecidos fue Vicente Alcívar Menéndez.
>Testigo. A unos 200 metros donde quedó sepultada la casa de la familia Cevallos - Holguín, vive actualmente Vicente Cevallos, hermano de Perfecto.
Vicente, de 54 años, depende de una silla de ruedas, producto de un atentado que sucedió nueve días después de la tragedia en la que murieron sus familiares. Cuenta que esa madrugada el río sufrió un tape natural, producto de la fuerte lluvia, y aquello también pudo haber incidido en el deslave de la colina. 
“Cuando llueve fuerte aún tenemos miedo”, asevera Vicente, quien vive con su esposa e hijas en una vivienda ubicada en la vía Santa Ana-Poza Honda.
Vicente dice que desde hace un año ya no recibe el bono Joaquín Gallegos Lara que le permitía solventar sus gastos en vista de que por su discapacidad no puede trabajar.
Cruces. En el sector donde ocurrió la tragedia hay cruces en memoria de los hijos y el esposo de Yolanda, cuyos cuerpos nunca fueron encontrados. A Víctor y Cristóbal los socorristas los rescataron días después del suceso.
Verónica, quien vive con su hermana María y su sobrina del mismo nombre en la ciudadela Municipal de Santa Ana, indica que todos los Viernes Santo y el 11 de abril van a rezar a las tumbas levantadas en honor a los fallecidos. Igual sucede durante la celebración del Día del Padre, comenta.
El niño del 98. Roque Mendoza recuerda los deslaves ocurridos en el cantón Santa Ana y que terminaron con la vida de 30 personas.
Mendoza, quien en esa época era coordinador de la Defensa Civil, señala que en el deslave de Río Caña, de la parroquia Ayacucho, murieron 17 personas.
Otro de los deslizamientos que también provocó muertes fue el sucedido en San Roque, de Bahía de Caráquez. En ese sector fallecieron ocho personas.
Estos nefastos acontecimientos unieron a las familias de Santa Ana y fue así que compraron, con aportes ciudadanos, los féretros para los cuerpos de las personas fallecidas en Río Caña. 
Pérdidas. Entre los años 1997 y 1998 en Manabí murieron 133 personas, 16 mil quedaron en calidad de damnificados, 480 mil resultaron con afectaciones en cultivos agrícolas. En aspectos sanitarios 1’600.000 ciudadanos sufrieron consecuencias, y 4.337 unidades habitacionales fueron destruidas. Entre las obras dañadas se registraron además 14 puentes.
De acuerdo a esas estadísticas, Manabí fue la provincia con más fallecidos en el país. En Ecuador se registraron 286 muertos. 
Los muertos de los años 1997-1998 se debieron a deslaves e inundaciones.
Información del Ministerio de Salud Pública de esa época señala que las pérdidas económicas durante El Niño de 1997-1998 fueron 2.869 millones de dólares. De ellos, 783 millones (27%) correspondieron a daños directos y 2.086 millones (73%) a daños indirectos.
Informe. El departamento Central de Investigación de la Universidad Eloy Alfaro ejecutó hace varios años un proyecto denominado “Análisis de los principales fenómenos naturales registrados en la provincia en los últimos 20 años y sus impactos sobre los asentamientos humanos”. El informe, liderado por Miguel Camino, permitió sacar conclusiones, entre ellas, que “pese al conocimiento previo del Fenómeno El Niño del 1997-1998 y del Plan de Contingencia Nacional, este sobrepasó las predicciones y quintuplicó los daños frente al anterior (1982-1983). ¿Por qué a pesar de haber transcurrido 15 años no hubo planificación en los asentamientos ni control en las construcciones y, lo que es peor, se dio una agresiva sobreexplotación de los recursos naturales renovables y no renovables?, se pregunta.
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