Hemos escuchado de hermosas obras dibujadas  -por ahora- en papeles, pero repotenciadas con palabras e ilusiones, con sonoros atractivos apentagramados en la hipotética danza millonaria de dólares que significaría acondicionar las ofertas a la realidad.

Técnicamente, Portoviejo es, como ciudad, el centro urbano manabita de mayor complejidad para la circulación vial. Educativamente, en la materia, casi igual.

La indiferencia a la precaución, al orden, al respeto, a la observación a las leyes; el incumplimiento a las obligaciones ciudadanas son características que priman casi descaradamente voluntaria, casual y hasta podíamos decir de manera castiza. 

Por tanto, podríamos considerar más peligroso el asunto porque se hizo normal, como pasando a integrar el comportamiento diario.

Aquello hace vital, prioritario, urgente, priorizar proyectos, programas y acciones que incursionen en la obligación institucional de cambiar el sistema imperante por la ausencia de una política concebida para ordenar todo aquello desordenado, enderezar todo lo que luzca chueco, alfabetizando a los que más se pueda del grupo de quienes se encuentren ignorando la materia de tránsito.

Y, me atrevo a incluir, hasta echando mano a la estrategia antigua de que “la letra con sangre entra”, manera figurada de hacer referencia a la correcta aplicación de las sanciones que la ley dispone para estos casos.

Es que se hace obligatorio rescatar a la ciudadanía de los errores del pasado, de la inercia de sus autoridades y las falencias administrativas que la ausencia de una profesional, honesta y sincera política de desarrollo ha marcado como camino, con bifurcaciones y encrucijadas, con mando cuya dirección no ha sabido esquivar los baches ni superar los escollos encontrados.

Mas, para ello se requiere la colaboración de las fuerzas progresistas del cantón, punto esencial para el logro de los cambios; de la participación decidida y directa en los mismos, especialmente la de los “profesionales” del volante, cuyos intereses, a veces  ambivalentes -en determinados momentos sociales y en otros negocios personales-,  traban todo mejoramiento educativo cuando dejan de ser servicio público para priorizar el  negocio privado.

El secreto a voces es que hay que empujar todos hacia el mismo lado para que arranque el carro, más o menos con colaboraciones como la que está prestando el club Rotario Portoviejo con su programa “Siembre un semáforo, siembre seguridad”, entidad que con ayuda comunitaria, principalmente con la intervención y asesoramiento de la Jefatura de Tránsito, han logrado ubicar tres semáforos en Porroviejo y tener otro en proceso. 

Al igual que la intervención con el Consejo Provincial, en un proyecto de parque vial que servirá para educar a niños y jóvenes, de manera práctica, en la cultura de tránsito.